27 dic 2011

Capítulo VIII

Decepciones.

Cuando la noche llegaba, él despertaba como siempre, preocupado, ya que desde que había comenzado este viaje junto al joven pintor la preocupación y el temor a la muerte estaban nuevamente presentes en su interior y lo sucedido en Moscú le había mostrado que Keith no era una persona confiable ni de palabra, ya que buscaría cualquier oportunidad para acabar con su vida. Por esa razón estaba pensando muy seriamente el ponerle guardias.

Hacía sólo un par de días que habían llegado a costas Italianas: después de la reciente recuperación de Keith de una pulmonía  las cálidas tierras del mar de Liguria le vendrían bien.

Esa noche al despertar con la preocupación de que Keith hubiese ido al mar tal vez para ahogarse, fue recibido por el dulce aroma femenino mezclado con el aroma del sexo, entró en la habitación del joven pintor para toparse con una escena algo sorpresiva pero no tan inesperada.

En la cama se encontraba durmiendo plácidamente una mujer de unos 25 años y, sentado a un lado de ella, se encontraba Keith fumando tranquilamente un cigarrillo.

La mirada Azul del joven se posó en el vampiro, tomándole tanto interés como a un mueble más.

-Necesito una copa- fue lo único que dijo antes de levantarse e ir hacia el baño para tomar una ducha.

Para Sergei fue inesperado ver actuar a Keith como un humano normal, aunque sus reacciones eran más frías y casi nada pasionales, pero aun así era toda una sorpresa el descubrir que no era un bloque de hielo; por lo menos aún no.

Después de que Keith salió de la ducha vistiendo unos jeans azules, una playera negra y una chaqueta de mezclilla del mismo color que la playera.

-¿Iras así?- preguntó Sergei al ver sus ropas.

-Qué te importa. Dije que necesito una copa mas no que me acompañaras.- gruñó con molestia caminando hacia la salida.

-¿Y ella?- preguntó señalando a la mujer que dormía en la cama.

-No lo sé, ya se irá cuando despierte.- contestó sin siquiera voltear.

Sinceramente, Sergei no sabia si lo que hacia Keith era bueno o malo; todo lo que hacia el joven pintor lo desconcertaba y por más que intentaba leer los pensamientos de éste, le era imposible entre el caos que reinaba dentro de esa mente.

Y así fue como Keith comenzó a seducir a mujeres escasamente un par de años mayores que él. Sergei observó con cuidado cada acción de Keith y entonces notó el encanto que poseía el pintor. En aquellas semanas lo vio seducir a tantas mujeres... Había visto como a pesar de sus malos modales y su odio hacia las personas privilegiadas, causaba una fascinación (enfermiza) entre los seres humanos de la alta sociedad. Era como si desearan domar a un tigre y volverlo sólo un gatito, pero Keith no se había mostrado como regularmente era, como si esperara el momento preciso para sacar las garras y destrozar a todo humano que intentara dominarlo.

Pero su observación no llego hasta ahí, sino ante sus inmortales ojos se mostraba una inaudita delicadeza: no era que deseara estar presente mientras Keith tenía relaciones con algunas de sus muchas conquistas, pero cuando llegaba a estar presente, sus ojos no podían apartarse de cada movimiento que el pintor hacia, era como si con la punta de sus dedos memorizara cada centímetro de la tersa piel femenina y, si bien no había palabras de amor en medio del acto (por lo menos no de parte de Keith), eso no le impedía tratar a la dama con tal delicadeza, como si de fino cristal se tratase.

Imposible… Inaudito..
Tantas palabras llegaban a su mente muy similares unas a otras, pero había una que entre el mar de palabras se negaba a perderse. Celos…

No comprendía completamente porqué, o bien no quería entenderlo y darse cuenta de la verdad.

Le estaban comenzando a molestar las conquistas del joven pintor, le molestaba que con ellas se mostrara tan suave, aunque no complaciente…. Le molestaba que a él, que le entregaba todo, lo siguiera tratando con la punta del pie.

Y entonces un ocurrió un inesperado incidente para Sergei ya que tan ensimismado estaba intentando descubrir qué era lo que verdaderamente sentía que jamás vio los verdaderos planes de Keith.

Todo sucedió en un suntuoso bar al que Sergei había llevado a Keith, seria su última noche en la ciudad ya que partirían hacia Egipto, era un tipo de despedida de aquel lugar en donde Keith había disfrutado más su estancia y sin ningún percance.

Pero en ese momento el peligro llegó en forma de una exuberante pelirroja que aunque se acercó de manera amistosa a Keith, Sergei pudo sentir la amenaza que representaba. Pero antes de poder advertir al joven pintor ella sacó un arma, con la cual apuntó directamente a la cabeza del joven pintor, que bebía con toda la calma del mundo.

-Quédate a mi lado- suplicó mientras que algunas de las personas gritaban asustadas y otras huían del recinto.

-No lo haré- respondió con tanta calma y frialdad. –Sabías que sólo sería por un corto tiempo.

-¡Pero yo te amo!- las lagrimas comenzaron a brotar de aquellos hermosos ojos verdes. –Si no puedes quedarte, entonces llévame contigo.

Una suave risa broto de los labios de Keith ante las palabras de la pelirroja.

-Termina lo que has venido a hacer, es preferible la muerte a seguir escuchando tu molesta voz.- dijo de manera suave, pero aun así teniendo un tono de total desprecio.

Varios de los ahí presentes ya habían llamado a la policía porque aquella mujer estaba completamente loca y podía matar en cualquier momento a ese joven. Mientras tanto Sergei no apartaba la mirada de de ellos dos ni perdía ningún detalle de lo que hablaban; vio cómo una crueldad superior a la que normalmente mostraba se hacía presente en Keith.

Aquella mujer vio con total desánimo cómo su plan se venía abajo, ante la inesperada reacción del joven pintor del que se había enamorado.

-¿Acaso no entiendes que te amo y que no quiero separarme jamás de ti?- gritó, intentando nuevamente hacerlo entender... si no podía usaría el arma, acabaría con la vida de Keith y luego terminaría con la suya.

-Lo entiendo…- murmuró Keith al momento que su mirada se oscurecía. –Entiendo perfectamente el dolor de no tener a la persona amada, sé lo doloroso que es estar separado del amor de tu vida, como incluso cuesta respirar, como cada latido que de tu corazón te produce un indescriptible dolor que tienes que soportar o intentar arrancarte el corazón… Eso es lo que tú sientes, ¿No?

Sergei podía jurar que veía una oscura aura brotando del pintor aunque más parecían alucinaciones suyas.

La policía entró al bar en ese momento y rápidamente aquella mujer fue desarmada y sometida, cosa que fue demasiado sencillo, pero lo que ninguno de aquellos policías notó era el pálido rostro de aquella pelirroja, era como si hubiese visto el mismísimo infierno.

-¿Está bien, señor?- Preguntó con condescendiente preocupación uno de los oficiales.

-Por desgracia sí- respondió rápidamente y terminó su copa de un solo trago. –Paga - simplemente le ordenó a Sergei antes de retirarse del bar, literalmente huyendo de los policías y de cualquier otra persona que intentara verificar si se encontraba bien, porque definitivamente no lo estaba.

Sergei pago rápidamente para ir detrás de Keith. Cuando por fin le dio alcance se encontraba en una solitaria calle ya muy lejos del bar.

-Keith!- exclamó, mientras detenía al joven tomándolo de un brazo –¿Todo es por una mujer? – preguntó no pudiendo creer que alguien tan frio y cruel como lo era el joven pintor desease la muerte por causa de una mujer.

Una vacía mirada azul fue lo que recibió por respuesta de Keith. Al verlo parecía como si sólo se tratase de un cuerpo vacio y sin alma.

-Espero que cumplas tu promesa y no me decepciones como ella.- dijo con extraña tranquilidad.

Sergei intentó leer la mente de Keith, pero no pudo, estaba completamente en blanco.

La curiosidad del vampiro sólo aumento de manera considerable: Keith era un mar de misterios y él quería resolverlos, deseaba saber qué era lo que había sucedido en su pasado, deseaba descubrir por qué su mente era prácticamente impenetrable…

Tenía tantas cosas por descubrir y tan poco tiempo para hacerlo, pero no se rendiría.


Continuará...

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