27 abr 2012
Capitulo X

Cuenta regresiva.


Casi un año, el cual se había ido demasiado rápido para él.

Después del incidente en Italia había tomado medidas de seguridad para evitar que la vida del joven pintor estuviese nuevamente en peligro, por lo que que en cada nueva ciudad a la que llegaban, él contrataba un grupo de guardaespaldas que no lo dejarían desde el amanecer hasta el anochecer; por las noches él mismo podría encargarse de Keith. 

Sergei notó el cambio de Keith al verse mas vigilado: dejó de lado sus incursiones en los barrios bajos de cada ciudad a la que llegaban y comenzó a centrarse en la pintura y el los placeres de la carne. Día a día Keith se la pasaba en los grandes museos observando las obras ahí expuestas y después sólo se dedicaba a pintar hasta que el sol se ocultaba. Ya por la noche salía a la caza de una persona que pudiera satisfacer su lujuria. Había noches que tomaba a una bella y madura mujer, otras noches prefería a una delicada jovencita o algún chico; cualquiera que fuese el sexo de su joven presa, tenía que tener la virtud de la pureza. Como si fuera algún dios mitológico, prefería vírgenes para saciar su apetito.

Mientras tanto él observaba como noche a noche Keith daba rienda suelta a su lujuria o por lo menos eso parecía a simple vista ya que solo una vez le había preguntado (intentando mantener sus celos ocultos) el por qué lo hacía. ¿Por qué les daba ilusiones a esos pobres humanos que le entregaban su corazón y que el tan fácilmente destrozaba una y otra vez?

Recordaba la respuesta del joven pintor como si se lo hubiese dicho la noche anterior.
“Porque no hay nada mejor que hacer”: Esa fue la respuesta de Keith.

Recordaba claramente cómo aquellos fríos ojos azules lo miraron fijamente cuando aquella respuesta salió de sus labios, mostrando que no había duda alguna y que era la más pura verdad.

El pacto que había hecho con Keith casi llegaba a su fin, y por esa razón habían regresado a la ciudad en la cual había conocido al joven pintor.

Sergei suspiro mientras veía a Keith entrar a su viejo y derruido hogar, aun sin poder creer que el joven pintor prefiriera toda aquella miseria en vez de todos los lujos que puso a su alcance, en verdad no entendía como Keith prefería el seguir sufriendo carencias, cuando la felicidad terrenal estaba tan a su alcance, acaso nada en este mundo podía llamar su atención?

En verdad Keith estaba mucho mas allá de su comprensión, mucho más allá de la que sus casi 200 años de existencia le otorgaban.

+++


Aburrido, tedioso y decepcionante en su mayoría había sido ese año: si no fuera por las pinturas que había hecho durante ese tiempo simplemente habría dejado desde un principio aquel trato que había hecho con aquel vampiro, pero a esas horas de la madrugada, al fin se encontraba nuevamente en su viejo departamento y en verdad estaba contento ya que tanto lujo para él había sido insoportable.

Observó el caos de su hogar: era igual a como lo había dejado, solo que sin mota de polvo. En verdad Demian sabia mantener sus pertenencias limpias sin siquiera moverlas. Se recostó en el viejo sillón que tenia en la estancia y su mirada se fijó en el techo.

-Sólo una semana…- murmuró para si mismo.

El plazo pactado estaba a una semana de llegar a su fin pero algo dentro de él le decía que no lograría su cometido, que siempre, cuando estaba tan cerca de él, el destino le deparaba sólo el fracaso y el continuo dolor de la existencia.

El sol ya comenzaba a colarse por la empañada ventana sin cortinas que estaba ubicada justo tras ese viejo sillón en donde se encontraba recostado, lo que le marcaba la hora de dormir. Cerró los ojos, esperando que Demian no viniera a despertarlo como siempre que lo hacia.

Siempre que cerraba los ojos y lentamente la conciencia se iba perdiendo, le parecía volver a escuchar su voz en un suave murmullo, entre más se iba adentrando en el vasto mundo de los sueños, más comenzaba su piel a percibir sus dulces caricias al tiempo que el murmullo se volvía un canto y entonces, cuando volvía a abrir los ojos, podía volver a verla con una hermosa sonrisa en su rostro , ya no había dolor ni soledad.
Por esa razón Keith prefería dormir y su único deseo era el jamás despertar.


+++


Demian sabía que Keith había llegado la noche anterior, mas no quiso molestarlo, pero hoy era un nuevo día y ya era hora de ir a molestar un poco: tomó algunos recuerdos que había conseguido durante la ausencia de Keith y a su pequeña Virgin. Así salió de la casa y se dirigió a las afueras de la ciudad, en donde vivía. Claro: aun tendría que hacer algunas compras, pues su joven amigo estaría hambriento.

La pequeña niña que lo acompañaba miraba sin expresión alguna al hombre mayor; si bien tenía dudas de dónde iban, su característico silencio era más grande incluso que su curiosidad.
Cuando llegaron a un viejo edificio, algo de añoranza se coló en ese joven corazón de cierta manera, haciéndole recordar su antiguo hogar, cuando vivía con su familia.

Al entrar, Demian notó que Keith dormía plácidamente en el viejo sofá, así que sólo sonrió y fue a la pieza que era la cocina. Aunque estaba en total desorden al igual que lo estaba regularmente el resto del lugar, por lo menos contaba con estufa y refrigerador: gracias a ello podía cocinar algo para cuando Keith despertara, aunque tendría que hacer a un lado toda la basura que estaba encima de la mesa para tener algo de espacio libre y poder poner ahí lo que había comprado.

El reloj biológico de Keith marcó que era tiempo de despertar y cuando sus ojos se abrieron lo primero que notó fue una opaca mirada de un profundo negro.

Keith estaba en un principio desconcertado por la presencia de aquella niña de negros cabellos y mirada apagada; inmediatamente varias ideas cruzaron por su mente, tantas ideas para sus pinturas que incluso sus manos comenzaron a temblar. Rápidamente se levantó del sofá y fue en busca de algunos materiales: mínimamente de alguna hoja y papel.

Demian salió de la cocina al escuchar más ruido de lo que normalmente hacia Virgin; dedujo que Keith ya había despertado.

-¿Qué buscas? - Preguntó al ver que Keith buscaba debajo del sofá.

-Papel… un lápiz… una pluma… un lienzo… pintura… pinceles…- respondió sin mucho interés en el orden de los objetos: simplemente le hacía saber lo que necesitaba.

-En la habitación.- comentó Demian al momento que regresaba a la cocina.

Demian se limitó a cocinar algo sencillo, mientras Keith encantado por la sencilla belleza de aquella pequeña niña que parecía muñeca de porcelana, se dedicaba a dibujar como poseso.

En momentos como ese, de aparente calma, Demian solo pensaba una cosa: “Si tan solo hubiera sido mujer”. En momentos así era su único reclamo a la vida y al destino ya que de alguna manera pensaba que si Keith hubiese sido mujer, nada le impediría el estar a su lado y reclamarlo como su propiedad, pero al ser hombre jamás podría hacer eso, Keith jamás se lo perdonaría o por lo menos esa era su forma de pensar.

Cuando por fin terminó de preparar la comida, verduras al vapor y carne asada para Virgin y para él, mientras tanto, para Keith sólo preparo macarrones con queso ya que de seguro todo este año había estado comiendo muy bien: era fácil de verlo en su cuerpo que ya no era demasiado delgado como regularmente lo era.

Al salir de la cocina Keith ya se encontraba más tranquilo y menos obsesionado con su pequeña niña.

-Es hora de comer, vamos Virgin: ve a lavarte las manos.- pidió suavemente a la niña, quien sólo asintió y obedeció.

-¿De dónde sacaste a la niña? Acaso es algún secuestro o tus perversiones fueron empeorando? – preguntó sin reparos, fijando sus ojos en la esmeralda mirada de Demian.

-Ni lo uno ni lo otro:  Virgin es huérfana. Su tío fue muerto por la policía y su madre murió por sobre dosis y gracias a ella yo estoy aquí.- terminó su explicación con una sonrisa ya que aunque no lo pareciera, la pequeña lo había salvado de que la policía lo atrapara... o tal vez algo peor.

Keith no preguntó nada más, para qué indagar sobre algo que sabía que Demian plagaría con sus mentiras.
-Esa niña será tu perdición.- Las palabras de Keith sonaron como si fuera una sentencia de muerte.

Demian sonrió ante ello ya que Keith se equivocaba irremediablemente, porque su única perdición seria él.
La pequeña regresó, ya con las manos limpias y lista para comer: así fue como los tres entraron en la cocina y se sentaron a comer.

Mientras que Demian y Virgin tenían una comida balanceada acompañada con jugo de fruta, Keith agradecía que solo fueran macarrones con queso y una cerveza.

-Definitivamente extrañaba esto.- dijo poco antes de devorar lo que había en su plato.- ¿Acaso sabes lo que es tener que cuidar de una niña?- preguntó retomando el tema. –Sinceramente no creo que seas la persona adecuada para educarla.

-Comprendo lo que dices y sé que no es igual a cuidar a un ebrio suicida de 20 años... de hecho, será más fácil.- Aquello había sido un buen ataque ya que Keith no era la persona más indicada para reclamarle algo.

Keith bufó con enfado a punto de estallar y lo hubiese hecho si la pequeña niña no hubiese llamado su atención ofreciéndole un poco de sus verduras. Esta acción fue muy tierna para Demian , cosa rara en él, pero sabia que Keith jamás comería algo así  y a pesar de ser pequeña, sería rechazada sin miramiento alguno.

El joven pintor sonrió y aceptó el bocado, que tragó literalmente con bastante esfuerzo, acción que dejó completamente asombrado a Demian.

Keith había cambiado…

Aquella fue una clara señal que el final se acercaba que Keith había dejado de ahogarse en su propio dolor y por fin veía que en este mundo existían más personas aparte de él. Esto definitivamente no era nada bueno viniendo de Keith. En ese momento los pensamientos de Demian fueron directamente atraídos a Sei, aquel demonio que había dotado a Keith de un terrible pasado y de un oscuro futuro y que su madre había logrado evitar hasta cierto punto. Pero si Keith olvidaba ese dolor que lo había marcado tan profundamente y, a pesar de eso seguía su camino, tal vez ya no habría forma de detener los perversos planes que el demonio tenía preparado para él.

-Dentro de un par de días el plazo terminará…

La voz del joven pintor hizo reaccionar a Demian.

-Comprendo.

Si bien Keith jamás había dicho nada sobre el trato que había hecho con Sergei, sabía que eso no importaba porque era un hecho que Demian estaba enterado de todo.

-¿Y que? ¿No harás o dirás algo?- en verdad le extrañó la falta de reacción por parte del mercenario.

-Qué puedo decir… tal vez sólo: "suerte", y que yo estaré aquí esperando.- una gran sonrisa apareció en sus labios.

Para Keith las palabras de Demian parecían un “Fallarás”. Ahora tendría que ver si estaba en lo correcto o no.



Continuará…

Capitulo XI

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