19 feb 2011

PALPITAR

Llevamos aquí tres días...Hungría y Austria se niegan a decirme que es lo que ocurre, ellos solo vienen a cambiarnos las vendas y darnos medicamentos, es decir…estos días, no eh hecho más que estar con Italia a solas…pero a diferencia de lo que pensaba, esto no es nada bueno. Porque cuando le volteo a ver esta simplemente mirando a la nada con una sonrisa amarga en la boca, me gustaría pensar que aquella mueca de tristeza y preocupación es por su herida y no por otra cosa, pero yo sabía bien que era culpa mía…no porque yo fuese la razón, si no que por mi causa se había herido y no solo eso, si no que por esa herida el no ha podido ir a ver a Gillbert…ya casi se ah cumplido la semana y probablemente se vallan pronto, su herida le impedirá irse…eso me duele, no quiero dejarle ir…pero eh obtenido su perdón, eh obtenido su amistad, yo ya no puedo pedirle nada más y menos que abandone a su amor para que se quede conmigo…eso es demasiado egoísta…incluso inconscientemente eh sido egoísta…


Miraba al vacio, jugando con las sabanas entre sus manos la angustia le consumía sobre todo porque cada vez que sus ojos querían viajar hacia el cuerpo adolorido y abatido del otro, su corazón comenzaba a doler, sabiendo que pudo haberle protegido…que pudo haberle salvado y a sí mismo.

-Flash Back-

El balde con agua cayo secamente al suelo, el pequeño Italia está sorprendido…no sabía qué hacer, se había encontrado con aquel niño ,con quien compartía casa, a mitad del bosque en esas condiciones, si bien podría ser algo torpe y cobarde; No se atrevería jamás a dejar de ayudar a alguien que lo necesitaba. Con sus débiles brazos logro tomar a aquel niño y comenzar a llevarlo a cuestas hacia la casa…entonces le vio, frente a él se planto una persona de no más de 16 años que portaba una sonrisa inusual en su rostro y sostenía una preciosa flor amarilla tras su espalda.

-¿Adónde vas pequeño gatito perdido?-

El italiano retrocedió un par de pasos, algo le decía que no debía confiar en ese muchacho que lentamente se acercaba más a él.

-Y-yo voy a mi casa.-

Sintiéndose obligado responder siguió retrocediendo, se sentía intimidado…sus instintos le obligaban a proteger a ese cuerpo que cargaba y seguir volviéndose por donde vino, abrazando cada vez más fuerte con sus manos al Sacro Imperio que llevaba en su espalda.

-Oh, parece que traes algo ahí, ¿quieres que te ayude a aligerar tu carga?-

Sus delgadas piernas temblaban culpa del miedo y el peso extra que llevaba; lagrimas de impotencia y terror se acumularon en sus ojos. Su respiración se volvía irregular por la adrenalina que comenzaba a correr por su cuerpo…

-No…yo estoy bien…-

-Anda…te ayudo, espera…ahora que lo recuerdo tú tienes algo que yo quería, que te parece que me lleve a ese niño como compensación por aquella cosa que tu quieres y yo deseo.-

-N-no sé de qué hablas…y-yo ni siquiera te conozco…-

-Pero yo a ti si…y quiero que dejes ir a eso que yo ansió...yo se que sabes que es…lo encontraste tirado en el suelo todo pintado del color más bello del mundo…yo lo quiero y tu lo tienes…así que quiero que lo devuelvas a mi o si no me llevare a tu amigo.-

Se acercaba cada vez mas mientras comenzaba a mostrar poco a poco la mano que escondía tras su espalda, un brillo metálico le advertía que aquello no era un juego…sin poder evitarlo el castaño comenzó a llorar desconsolado aun retrocediendo.

-N-no entiendo…yo no sé que esa cosa…p-por favor, déjame ir.-

Las lagrimas no paraban y nublaban su vista, sus instintos le dictaban que debía correr o luchar y en ese instante, aunque tuviese el valor, no tenia arma con la cual enfrentarse a aquella persona.

-No aceptas devolvérmelo? Entonces creo que no tendré otra alternativa que quitarte del camino para poder obtener lo que quiero.-

El precioso girasol cayó al suelo y aquel joven se abalanzo sobre ellos con una daga en la mano, Italia pudo haber corrido lejos y escapar de la filosa navaja, pero una pequeña piedra y el peso extra en su espalda le obligaron a caer sobre el rubio y ser herido en el vientre…un grito desgarrador se escapo de su garganta por aquel corte. La sangre corría y sus lágrimas igual…la ropa de aquel muchacho que sostenía el arma estaba manchado de un color carmesí que hizo que su enferma sonrisa se ensanchara un poco más.

-Valla, valla esa ah estado cerca…Tómalo con una advertencia…quiero que sea mío y más vale que ya no intervengas.-

Para sorpresa del castaño, el rubio comenzó derramar lágrimas y en una carrera ese volvió al interior del bosque.

-Flash Back END-

Apretó la herida en su vientre y sus ojos se dirigieron hacia la ventana, una sonrisa estúpida se formo en su rostro. Un sentimiento amargo le llenaba la boca…a pesar de siempre tratar de ayudar, jamás en la vida había arriesgado su vida por alguien más, no terminaba de entender por qué lo había hecho, sabía que había una razón que se escondía muy dentro de su pecho. Las palabras de Hungría acerca del pasado también le perseguían, no entendía por qué no recordaba y eso solo provocaba que su pacifica cabeza no pudiese descansar. Sería que a pesar de los recuerdos perdidos el sentimiento permanecía? Si era así, por que no lo sentía en su pecho? Además…ya le había roto el corazón y se había vuelto a enamorar…por eso aquella teoría se le hacía ilógica de que el sentimiento seguía ahí…Tanto le atormentaba su cabeza aquellas preguntas y vueltas a sus propias palabras y borrosos recuerdos que llegaba a olvidar que era lo que le preocupaba en realidad: De quien estaba en serio enamorado.

Sus recuerdos, mente y corazón le decían que de Gillbert, pero algo dentro de su cabeza y su alma le decían que de aquel niño rubio. ¿Sería solo un sentimiento de amistad confundida? Tal vez eso. La sonrisa se desvaneció completamente de su boca.


Le miraba fijamente, sabía que algo andaba mal y eso le carcomía, no sabía bien que hacer o decir para acabar con esa atmosfera fría y triste que les envolvía a ambos.

-Hoy en la noche me voy.-

Le había ganado…el iba a preguntar eso mismo, aquella forma de romper la atmosfera fue de las más crueles, pero sabía que Italia no tenía esa intención, el estaba seguro del corazón puro y benevolente que era el de Feliciano…aun así mordía su labio nervioso.

-Ya veo…te vas con mi hermano, ¿cierto?-

-Si…lo habíamos planeado hace algún tiempo…-

-Entonces lo debes de amar mucho.-

-Sí, demasiado…por eso quiero que me perdones, por dejarte aquí solo…-

Sabía perfectamente que nunca podría competir con Gillbert y eso le dolía en el alma, aquella emoción de derrota le abrazaba y él se dejaba acurrucar en sus brazos llamados rechazo y besado por los labios de la tristeza, sabía que sobre todo ahora Italia estaba fuera de su alcance…Y es que ya lo sabía, lo sabía y lo entendía completamente, pero no lograba aceptarlo…ese sentimiento simplemente no podía ser procesado por su cabeza, aunque su corazón le gritaba que era completamente verdad. Los celos eran la primera señal, aquella dicha que le invadía al verle feliz, el sentir que había ido al cielo y regresado cuando le vio preocupándose por el antes que por sí mismo…todo eso su alma lo concretaba en un sentimiento descrito por una palabra, mas su mente lo desmoronaba y volvía a armar en un rompecabezas deforme que terminaba mostrando una figura diferente a la que debía simbolizar el sentimiento real y por ende disfrazando la imperfección del resultado descrito por su mente en cientos de palabras muy diferentes a la que era la verdadera. Por esa mentira creada por sí mismo y siendo al mismo tiempo aceptando la derrota por las falsas emociones y ante su propio hermano, sus labios soltaron una gran mentira.

-Por mí no te preocupes Italia, después de todo somos amigos ¿no? Para eso son los amigos, para apoyarse…si necesitas ayuda para que les cubra la espalda dime, no me causara ningún problema.-

-Enserio? Gracias!-

No es que le fuese a engañar…es solo que aquella frase no decía lo que su boca dejo escapar, porque aunque las palabras fueron dichas con toda intención amistosa verdadera, su corazón gritaba con una voz agonizante: "Italia, no me dejes solo, quédate conmigo…yo todavía quiero estar junto a ti…no te quedes con mi hermano y mejor escapa conmigo, seamos felices juntos como antes" Pero este sabia que por más alto que gritase si su amo hacia oído sordos a sus latidos desesperados, no serviría de nada y esas palabras no llegarían al otro corazón que palpitaba en esa habitación. Pero el era un guerrero, el sacro tenía un corazón guerrero que nunca se daría por vencido, por eso palpitaba fuerte muy, muy fuerte para que fuese escuchado, brincaba y lloraba para que su maestro abriera los ojos a la verdad. Pero su maestro era realmente terco y no le hacía caso, le ignoraba… ¿Qué debería hacer?

Se había cumplido la media noche…era tiempo de su partida, se había prometido que no flaquearía, que no trataría de detenerlo….que no sería egoísta nunca más, pero no lograba reparar en su mente el porqué ahora sostenía su brazo con fuerza, justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta…Sabia que debía soltare, aquella mirada confundida por parte del otro solo reafirmaba ese conocimiento…entonces ¿Por qué no lo hacía? ¿Por qué no se permitía a sí mismo el dejar que Italia fuese a través de esa puerta?

-No te vayas…-

Sus labios se habían movido solos al igual que su mano que apretaba un poco más el brazo de Feliciano. No entendía que era lo que ocurría con su cuerpo…incluso su mente se sometía ante aquellos impulsos guiados por fuertes latidos dentro de su ser.

-Yo…quiero que te quedes conmigo…-

Una vez más ese impulso extraño le gano en la contienda por controlar sus palabras…se sentía lleno de vergüenza, pero a la vez sus pies le impedían moverse y huir de aquel sentimiento, a pesar de sus esfuerzos el mismo sin quererlo se forzaba a mantener a Italia consigo.

-No me dejes ahora...no me dejes como yo lo hice contigo...quédate un poco mas…no quiero estar sin ti…por favor Italia.-

-Yo me tengo que ir…el, de seguro se irá si no llego ahora…yo, realmente le amo, no puedo dejar pasar esta oportunidad para que estemos juntos, lo siento.-

Con aquellas palabras su mano se aflojo y su brazo cayo violentamente a su lado, le miraba con los ojos entrecerrados, con una expresión que daba a entender que comprendía la situación, pero a la vez le exigía una explicación a sus sentimientos y se castigaba a sí mismo por ser tan egoísta, dio un paso hacia atrás e inclino la cabeza como señal de disculpa. No dijo nada mas, se dio la media vuelta y aquel incesante golpeteo desesperado volvió al escuchar los pasos del otro alejándose. Debía parar aquellos latidos en su pecho que le dejaban casi sordo y quemaban su interior.

Los pasos habían desparecido, vio a la ventana, ahí estaba descaradamente una estrella fugaz que le invitaba a pedir un deseo, con una sonrisa sarcástica, como si aun no creyera lo que haría, susurro unas palabras.

En ese instante una vez más el dolor punzante le invadió, desde la columna hasta la cabeza, más fuerte que los anteriores se aprovecho de su cuerpo y con un flashazo de dolor, permitió que aquella presión y palpite en su pecho se detuviera por fin.

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