20 feb 2011

HERIDA

¿Donde se encontraba en ese momento? No conocía ese lugar, que estaba inundado de frondosos árboles que jamás había visto en su casa, el sol golpeaba con fuerza sus ojos, obligándolo a que los achicase por el dolor que le provocaban, cubriendo con una mano la luz, trato de buscar una salida de aquel lugar con la mirada, pero solo se veía inmerso en un profundo bosque, deseando salir, comenzó a caminar hacia alguna dirección al azar, esperando encontrar un escape, se sentía realmente cansado al correr, pero a pesar de todo, su cuerpo se sentía aun más ligero de lo normal. Camino en ese bosque durante para lo que él fueron horas, comenzaba a darse por vencido en su búsqueda por la salida, sintiendo que a cada paso se imbursaba mas entre los árboles, hasta que una sombra pasó cerca de él, impulsado por las ansias y frustración de no encontrar salida, comenzó a correr hacia la dirección que le marcaba esa silueta, por más cerca que estuviera no lograba alcanzarla, corría cada vez más rápido, importándole poco que ahora su rostro estuviese raspado y sus rodillas sangrantes por las tantas veces que se había caído en el camino, pareciera que entre más se acercaba a aquella persona, el tiempo pasaba más lento a pesar de las zancadas de sus pies.

Vio como aquella figura se detenía de repente, pero en vez de alcanzarle, sus pies se detuvieron de repente, tirando al chico al piso por el brusco movimiento, su visión aun era algo limitada por culpa de los arboles, pero podía ver claramente frente a sus ojos a aquel hombre, ahora iluminado claramente por el sol. Un escalofrió le recorrió completo, un sentimiento de terror le invadió, pero aun así su cuerpo no respondía, obligándole a no despegar su azul mirada en el rostro de aquella persona.

Sus rasgos duros y severos, su cabellos rubio perfectamente peinado, su mirada seria y determinada, fría, sin vida, no podía reparar lo que pasaba, se le hacía conocido, ¿pero quién era? ¿Por qué al observarle su cuerpo temblaba completamente? ¿Qué había de esa ansiedad de vacío en su pecho? Las piernas que apenas y le respondían pudieron ponerlo de pie, retrocedía apoyándose de las cortezas para no caer, pero justo cuando se sintió con las fuerzas para salir corriendo, otra figura llego al lado de ese hombre. Ahora realmente no cabía en su sorpresa, era un adulto definitivamente, pero su rostro no había cambiado ni un poco, incluso su sonrisa era la misma. Lentamente comenzó a caminar, quería acercarse más, asegurarse de que no era una jugarreta de su mente, pero en cuanto puso un pie dentro de la planicie que ellos compartían…

Hungría salió de la habitación negando con la cabeza con lentitud, mientras el austriaco le miraba con una muy leve arruga en su frente, al no tener un piano cerca para mostrar su enfado. Al parecer aquella situación empeoraba con cada minuto.

-¿e Italia?-Salió de sus labios con lentitud y seriedad, pero con un deje de esperanza brillante en sus ojos.

-Se ah ido.-Comento tristemente la mujer, pero enfrentado al aristócrata con mirada firme, a pesar de sus ojos llorosos, el austriaco, esbozó una pequeña sonrisa para confortarla y acariciar sus cabellos, ella a pesar de tratar de emular aquella falsa sonrisa, solo bajo la cabeza, dejando que una lagrima tras otra se deslizara. Aquello era demasiado para el corazón de una chica, a pesar de que ella podía ser ruda y fuerte…su corazón era tan frágil como el de cualquier dama. Paulatinamente la mano que la reconfortaba se detuvo y alejo, siendo acompañada por la voz de Roderich.

-Los estragos de la guerra están acabando con él…a este ritmo terminará por desaparecer.-Confirmó con melancolía y preocupación en su voz.-Sin contar que las heridas provocadas por la batalla se están re abriendo… ¡No era el momento para que Italia huyera con ese! -gritó alterado, rara vez Roderich se ponía así y Elizabeth sabía que si el austriaco perdía los estribos la situación era más que sería.-

-Usted… ¿sabe a dónde planean huir?-murmuró preocupada, limpiando sus lágrimas y observando los puños apretados del pianista.-

-Seguramente hacia el norte, ahora no les conviene estar por estos rumbos…Aunque allá tampoco estarán a salvo.-Miro a la chica.-La herida en el vientre de Italia fue el corte de una daga, ¿cierto?-

Hungría asintió preocupada, era un corte limpio hecho por un arma blanca, ya veía hacia donde se estaba dirigiendo el pensamiento del austriaco. El pánico la invadió por completo.

-Ese niño…-gruñó preocupado por lo bajo, solo una persona seria de dar un corte tan preciso y profundo a propósito, los órganos del italiano habían estado a salvo por no más de dos centímetros. Ese tipo quería algo y solo lo obtendría dejando a Feliciano vivo.-Lo más seguro es que quiera el territorio prusiano…y no dejará ir la oportunidad de apropiarse de Italia también...-Dejó salir.-Iré a buscarle. Cuida al Sacro.-Le ordeno el mayor, con voz firme pero amable, no quería asustar y preocupar más a Hungría. Sin más se dio la vuelta y comenzó a andar hacia la puerta, no sin antes, buscar su espada estaba casí seguro de que la necesitaría.

Elizabeth, solo pudo observar la determinada espalda del austriaco mientras rezaba que todo estuviese bien tras eso. Igual que el otro, giró y comenzó a andar, pero cuando entro a la habitación, se quedo helada al notar que tampoco el Sacro estaba ahí y la ventana estaba abierta, un rastro de sangre había desde la cama hasta el patio donde los pasos se alejaban dentro del bosque. Sin pensarlo dos veces, corrió por el pasillo, tomando una espada siguió a Roderich.

-¡Gillbert!-la voz alegre de Italia era acompañada por una mirada brillante al momento en que se lanzaba a los brazos del albino.

-Llegaste tarde Ita-chan.-comento divertido el prusiano, abrazando el frágil cuerpo en sus brazos, todo estaba bien, tal como había pensado que ese momento ocurriría, claro, hasta que pudo sentir un pequeño bulto contra su persona, como si Italia llevase ropa de mas y solo en una parte especifica de su cuerpo, era de noche y lo único que podía ver en la penumbra era una mancha ligeramente más oscura en las blancas ropas de la pequeña nación. Pero no se necesitaba ser un genio para saber que significaba esa negrura.

-Italia tu…-No termino la frase, sabía que las palabras estaban de mas y el hecho de que el castaño le mirase con ojos ilusionados y deseosos de amor y libertad solo lograban que él como nación e incluso como "humano" sintiese una enorme culpa.-

-Siento llegar tarde pero…-El silencio se hizo presente por un momento, la imagen de la mueca de angustia mostrada por el sacro aun permanecía en su mente.- m-me perdí de camino.-dijo nervioso y avergonzado, la mentira era más que obvia y Prusia solo se vio mas inmerso en su culpa ¿Qué había pasado? No podía preguntar.-

-Ok…entonces vámonos.-Sonrío y se quito la bufanda que en esos momentos llevaba, enredándola en el cuello del chico.-Iremos a tierras más frías, así que cúbrete bien.-

Italia sonrió y asintió enérgico con la cabeza, tomando la mano del albino. Unos pasos se aproximaron y el melódico sonido de una espada desenvainándose se hizo presente igualmente. Fue un acto reflejo, Prusia se dio la media vuelta, desenvainando su arma también, cubriendo a Italia con su propio cuerpo…pero lejos de mostrar una actitud defensiva se quedó helado, al punto de casi soltar su espada.

-Realmente viniste Italia-kun...pero aun falta que traigas lo que yo quiero. Apúrate y dame eso que tienes y que yo quiero, ¿da? -La siniestra pero necesitada sonrisa del ruso se hizo presente. Antes de que alguien dijese otra cosa, Iván ya había hecho un tajo en el hombro del albino quien a causa del dolor dejó caer su espada.-Claro…no dejare que se vayan hasta que lo tenga.-advirtió, dando un paso adelante y empujando bruscamente al prusiano al suelo, para luego apuntar el filo hacia su cuello. La mirada purpura paso a un Italia inmóvil y sangrante, el miedo había provocado que la herida comenzase a abrirse de nuevo.

Corría con todo lo que sus piernas le daban, a pesar del fuerte dolor en su pecho como el de navajas rasgando sus pulmones, a pesar de sentir el cuerpo pesado como si cada paso fuera un kilometro, a pesar de que sentirá escurrir por su frente sangre que comenzaba a nublar su visión. Lo único que podía tener en mente era lo último que había escuchado de parte de Austria. El que había lastimado a Italia…quería tenerlo como parte de su territorio…lo lastimaría de nuevo. A pesar de todo no dejaría que eso ocurriera, no lo permitiría.

 

CONTINUARA….

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