29 dic 2010

Capitulo VI

 

En un lujoso departamento en el centro de Tokio vivían cómodamente la princesa Thymae, sus dos demonios y su guardián.

 

Desde hace mas de un mes a la joven princesa se le veía mas contenta de lo habitual  y la razón era que por fin tendría una cita con Miguel, había llegado el momento de usar la carta bajo la manga, su ultima esperanza.

 

Razzel se encontraba en la ducha, su cuerpo tomaba un baño pero su mente estaba en otro sitio.

 

Parecía haber sido ayer cuando sacaron los restos de un cuerpo delos escombros de aquella mansión la cual había habitado... si, parecía que todo hubiese sucedido ayer, Tora explicando que Zio era el ultimo devorador de almas, es increíble pensar que todo lo que sucedió se debió a una rivalidad de hace milenios... si Tora hubiese eliminado a Zio cuando su rivalidad nació, Haziel no habría... pero ya era demasiado tarde.

 

Hoy hace tres años que Razzel había perdido a su ángel, las heridas de su cuerpo habían sanado hace tiempo pero las heridas de su corazón cada día se hacían mas profundas y mientras que el guardián se hundía cada vez mas en su tristeza, Tora y Miren lo trataban con indiferencia y continuaban tranquilamente sus labores en la empresa, ni que decir de Thymae a ella nada podía afectar su buen humor, ni siquiera la perdida de Haziel.

 

El guardián salió del baño con tan solo una toalla alrededor de su cintura, hoy estaba de suerte ya que Miren se encontraba en la empresa así que no tendría que soportar la mirada lasciva de la rubia.

 

Entro a su habitación y del closet sacó ropa interior, un pantalón, una camisa, una corbata y un saco todas las prendas eran negras, antes el vestirse de negro era un simple y sencillo gusto pero ahora... ahora era diferente.

 

Estaba a  punto de vestirse cuando tocaron a la puerta.

 

-Adelante.- dijo en un tono indiferente.

 

La puerta se abrió y entro en la habitación Thymae, cargando barias bolsas, al parecer había ido de compras desde muy temprano.

 

-Razzel, mira lo que te compre.- dijo la joven con su típico tono infantil.

 

Thymae se acerco a la cama donde dejo caer todas las bolsas y comenzó a sacar su contenido. Un pantalón, una camisa, un saco, calcetines y un par de zapatos todo en un blanco impecable.

 

-Gracias princesa pero yo...

 

-Quiero que te vistas con lo que te acabo de comprar, ya que hoy me acompañaras a un lugar muy especial.- a pesar de su expresión infantil podía apreciarse un ligero destello de enojo en sus ojos amatistas.

 

-Si princesa.- murmuro el guardián.

 

La joven princesa salió de la habitación y se sentó en uno de los sillones de la estancia a esperar al guardián, ella también vestía de blanco, hoy era el día, hoy vería a Miguel.

 

Razzel no entendía el porque Thymae se empeñaba en tenerlo a su lado, él hubiese preferido volver a su antigua labor, deseaba volver a ser un asesino bajo las ordenes de un demonio de tercera o cuarta categoría, el volver a padecer todo tipo de carencias, cuanto deseaba el volver hacer el de antes.

 

Media hora después Razzel salió de su habitación vistiendo la ropa que la princesa le había dado. Sin decir ni una palabra los dos salieron del departamento.

 

Fue un largo viaje en auto, se tardaron alrededor de tres horas en llegar, pero por fin habían llegado. Era un lugar en medio de la nada, al parecer era un lugar muy importante debido a la gigantesca barda de concreto sólido que protegía el lugar, solo había una entrada, una puerta hecha de acero y sin ninguna cerradura.

 

Thymae poso una mano en aquella puerta y esta se abrió.

 

Razzel se quedo asombrado al ver que lo que esa enorme barrera cuidaba era un hermoso jardín cubierto de cerezos en flor. Razzel comenzó a adentrarse en ese jardín al momento que toda su tristeza comenzaba a disiparse.

 

La joven princesa seguía de cerca al guardián, viendo como el lugar lo afectaba, en esos momentos se veía tan feliz, esa era la función de aquel jardín que a Haziel le había costado mucho trabajo el crearlo.

 

-Buenas tardes Thymae.

 

Ella volteo a ver al dueño de esa voz, era un hombre tan alto como Razzel de pálida tez, sus ondulados cabellos dorados se movían con la suave brisa y sus cristalinos ojos azules observaban a Thymae de una forma amorosa. El vestía de blanco, al igual que la princesa y su guardián.

 

-Hola Miguel:- murmuro ella y le otorgo una sonrisa sincera.

 

-El es Razzel verdad?- señalo al guardián que en esos momentos estaba perdido en su felicidad.

 

-Si.

 

-Es muy diferente a como yo me lo imaginaba.

 

-y es muy diferente a cundo lo conocí.

 

-Fue obra de Haziel?

 

-Si... como esta?.- pregunto preocupada.

 

-Igual que hace un año, estas segura que él...

 

-Si, ya lo veras.

 

Razzel se sentía tan bien, aquel jardín había comenzado a llevarse todos aquellos recuerdos dolorosos para el guardián, incluso olvido quien era; así comenzó a caminar sin rumbo fijo por el jardín disfrutando de los rallos de sol se filtraban por entre las ramas de los cerezos o de aquella suave brisa que apenas y lograba mover su largo cabello negro, todo era tan perfecto... un suave murmullo llego a los oídos del guardián, haciéndolo salir de su idilio y desgraciadamente para el guardián todos aquellos volvieron a su mente.

 

-No puede ser...- susurro mientras se llevaba una mano al pecho y cerraba los ojos y  volvió a escuchar aquel murmullo, así que comenzó a buscar la procedencia de este.

 

El murmullo pronto se volvió una dulce vos que cantaba una canción indescifrable para el guardián.

 

“esa voz es de...” Razzel continuo su búsqueda hasta llegar a lo que parecía ser una fuente, en ese momento vio a una persona sentada bajo un enorme cerezo, esa persona vestía de un inmaculado blanco, estaba rodeada de pequeños animales como ardillas, aves y conejos, esa persona tiene los ojos cerrados mientras de sus tersos labios brota aquella sublime melodía.

 

-Haziel...- los labios del guardián se mueven, pero no emite sonido alguno. Con paso lenco comienza a acercarse al pequeño ángel, no lo creía, era su amado Haziel, su adorado ángel, esto debía de ser un sueño y si lo fuera no desearía despertar nunca mas.

 

Haziel detuvo su canto repentinamente.

 

-Miguel eres tu?- pregunto al momento que abría los ojos, se ponía de pie  y los pequeños animales se alejaban de él.

 

El guardián observo con horror como su pequeño ángel comenzó a tantear con las manos el espacio en frente de él, así que fijo su mirada rubí en aquellas pupilas grises las cuales no tenían brillo alguno. 

 

Haziel comenzó a dar pequeños pasos hacia donde suponía estaba *Miguel* pero sin poderlo evitar tropezó con una de las tantas raíces que sobresalían de la tierra y si no hubiera sido por un par de brazos que lo sostuvieron hubiese caído como veces anteriores, en ese momento el pequeño ángel se sobresalto al darse cuenta de que aquella persona no era Miguel, esa persona tenia el corazón roto, él podía sentir su dolor mezclado con culpabilidad, impotencia y un poco de odio. Haziel siguió indagando en el alma de aquella persona hasta que descubrió quien era.

 

-Razzel...- murmuro y las lagrimas comenzaron a brotar de sus hermosos ojos.

 

Las palabras no eran necesarias entre ellos dos, en ese momento sus corazones eran los que se comunicaban.

 

Razzel tomo el rostro de su ángel entra sus manos, se acerco lentamente hasta que sus labios se unieron en un dulce beso.

 

A una distancia prudente se encontraban Thymae y Miguel que habían estado observando todo.

 

-Tenias razón Thymae, Haziel ama a ese guardián.

 

-Y Haziel es totalmente correspondido.

 

-Pero Razzel podrá soportar que...

 

-Estas preocupado por lo que pueda hacer Sei?

 

-Si.

 

-Espero que Razzel tenga la fuerza necesaria como para soportar lo que se avecina.- Thymae se veía muy preocupada.

 

-Tengamos fe y que su amor triunfe al final.- dijo Miguel.

 

Mientras tanto muy lejos de aquel Jardín, en un lugar en donde solo las almas pecadoras llegaban, en ese lugar se encontraba un ser encapuchado que observaba en lo que parecía un espejo lo que sucedía en la tierra, mas específicamente lo que sucedía en aquel jardín.

 

-Thymae y Miguel sus preocupaciones son comprensibles, ya que nadie toca lo que es mío y sobrevive para contarlo.- con un movimiento de su mano aquel ser hizo desaparecer la imagen del jardín.

 

Era momento de trabajar, había un devorador de almas que lo esperaba para recibir un castigo ejemplar por haber tocado lo que a él le pertenecía ya después pensaría que hacer con el guardián.

 

 

 

 

................ FIN?

 

perdón por lo pésima de la historia, además he de dejar en claro que este final era para una continuación (que aun tengo en mente pero que nunca he escrito) solo espero poder continuar con esta historia y no muera antes  T__T

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