28 nov 2009

Capitulo IV

Zoro abrió los ojos lentamente, pero todo se veía tan borroso aunado a un terrible dolor de cabeza que lo recibió, volvió a cerrarlos al momento que se llevaba una mano hacia su frente, en un vano intento de detener el dolor.

-Zoro... Zoro daijobou desu ka? – la inconfundible voz del doctor taladro la cabeza del peliverde.

-Habla un poco mas bajo... onegai...- murmuro sintiéndose terrible.

-Eto... Zoro, estamos en problemas... hemos sido capturados...- hablo lo mas bajo que pudo el renito.

Al peliverde solo tardo un par de segundos para procesar la información y se levanto de golpe, olvidándose de su deplorable estado, percatándose que sus espadas habían desaparecido y de que todos se encontraban incluido Ace, dentro de una celda que sin duda alguna era de kairouseki, afuera de esta había un par de jóvenes una de cabello corto castaño y la otra de cabello rubio, ambas vestidas con el inconfundible uniforme de la servidumbre, que al verlo despertar sonrieron de manera dulce.

-Daijoubu desu ka?- le pregunto cortésmente la rubia a Zoro. Este solo miro con intensa frialdad a la joven.- Me alegro que se encuentre bien. Ahora Sei-sama podrá atenderlos.- decía al instante que iba a buscar a su señor.

Solo fueron un par de minutos que transcurrieron cuando apareció un hombre alto de largo cabello ondulado negro y mirada rosácea, vestía un elegante traje gris. Detenidamente analizaba a cada uno de los prisioneros como buscando algo en especial.

-Muy fácil... no... Mmmm...- murmuraba, cuando su vista se poso en el peliverde “Por fin lo encontré” pensó al momento que una sonrisa se formo en sus labios.

Se retiro siendo seguido por la rubia doncella.

Al poco rato esta regreso con algo de ropa y unos extraños brazaletes, para sorpresa de los piratas, la joven castaña saco de uno de los bolsillos de su delantal un arma de fuego y apunto directamente su capitán, mientras que la otra abría la celda, rápidamente entro y volvió a cerrarla lanzando las llaves lejos. Para evitar cualquier intento de escape. La doncella se acerco al peliverde.

-Sei-sama desea que luzca esto.- dijo educadamente mientras le daba las elegantes ropas.- y esto es para ustedes.- mostraba los brazaletes, pero nadie los tomaba.

La joven castaña que se encontraba a fuera de la celda al ver que ninguno de los piratas hacia nada decidió intervenir.

-Onegai hagan lo que dice Lina-san o yo tendré que disparar...- a pesar de mostrarse tranquila en su voz había un dejo de desesperación.

-Annie-chan mantén la calma, dales diez minutos, después de ese lapso de tiempo dispárame, ya que no me gustaría volverme su rehén y ocasionarle problemas a Sei-sama.

Todos quedaron atónitos ante estas palabras.

-Hai Lina-san, todo sea por Sei-sama.

-Oye espera estas diciendo que morirías por aquel hombre?- Nami no entendía.

-Acaso tu no morirías por el bien de tu capitán?- pregunto la joven de nombre Lina.

La pelinaranja se quedo sin palabras ante la pregunta al no saber que contestar.

Zoro simplemente sonrió ante la pregunta al igual que Ace, el peliverde sin demasiada caravana y dándoles la espalda a sus nakamas comenzó a cambiarse, mientras que Ace solo estiro el brazo en espera a que la doncella le colocara el brazalete, al ver esto el resto de la tripulación hizo lo mismo que el joven de fuego.

Cuando al fin todos tenían puestos los brazaletes y el peliverde lucia un elegante traje negro, la doncella se acerco al espadachín.

-Onegai sígame y no intente nada, Sei-sama no desea que halla algún percance.

La joven doncella salio seguida por Zoro. Cuando la puerta de la celda volvió a cerrarse el espadachín miro con cierta preocupación a sus nakamas.

-Daijoubu, ellos estarán bien.- dijo Lina intentando calmar al peliverde.

Zoro caminaba tras la joven doncella con un mal presentimiento, algo le decía que había estado mas seguro en la celda que en los pasillos que ahora recorría.


+++


Esperaba ansioso la llegada de aquel joven. Ya había pasado mucho tiempo desde la ultima ves que un pirata o incluso la marina osaba el pisar su isla, pero al parecer por fin había encontrado a la persona indicada para liberarlo, solo tenia que hacer un par de pruebas para estar totalmente seguro.

Tocaron suavemente en la puerta.

-Adelante.

La puerta se abrió entrando Lina y Zoro.

-Sei-sama... – murmuro la doncella.

-Arigatou Lina-chan, ya puedes retirarte.- su tono de voz era muy dulce y suave.

-Hai... con permiso.- hizo una pequeña reverencia y salio en silencio.

-Douzo...- dijo señalando una silla ubicada frente a él - Namae wa Dinev Sei, soy el señor de esta isla y como tal no permito que marines o piratas entren en ella...

-Entonces por que no intentaron el capturarnos desde el primer momento que llegamos?

-Me gustaría saber tu nombre antes de contestarte.

-Roronoa Zoro.

-Bien Roronoa… mi pueblo tiene estrictamente prohibido atacar a los extranjeros.

-entonces por que nos drogaron?

-De hecho nadie los drogo, la comida y bebida tradicional de la isla se hace con unas flores llamadas ilusión, supongo que pudiste verlas ya que el pueblo entero fue adornado con ellas, las flores pueden llegar a ser venenosas si se preparan de la manera correcta, mas en este caso solo causa adormecimiento, aunque solo a los extranjeros ya que mi pueblo es inmune a tales efectos. Al enterarme que ustedes eran piratas decidí el encerrarlos una vez que quedaron inconscientes.

Ahora lo que no le quedaba claro al espadachín era las razones de tenerlo ahí.

-Que quieres de mi?- su tono fue cortante.

-Solo quiero hacer un trato.- ya esperaba esa pregunta.

-Que clase te trato?

-Deseo que me permitas el pasar una noche a tu lado... aunque su te rehúsas no hay problema, yo lo entenderé.- su tomo era sumamente cortés.

Zoro solo observaba a aquel sujeto, presintiendo que detrás de aquellas palabras había algo más.

-Que me estas ocultando?

Ante la pregunta Sei no pudo evitar el soltar una pequeña risita.

-Eres muy interesante. Roronoa, si aceptas mi proposición la estadía de tus nakamas será muy placentera, les daré todo lo que este en mis manos en poder ofrecer.

-Si me rehúso?

-Serás libre, te regresare tus pertenencias y sin dudarlo yo te daré tanto oro como tus manos puedan llevar y serás tratado como su fueras un rey...

-Y mis nakamas?

-Ellos no entran en el trato, ellos servirán para mi diversión, o mejor dicho para la diversión de un…- dudo por un instante. -se podría decir que es mi compañero y como tu eres mi invitado podrás disfrutar del espectáculo que es bastante entretenido.- parecía bastante contento con esto ultimo, aunque solo se tratase de una mascara.

-Entiendo... te entretengo yo o te entretienes con ellos.- el trato era un callejón sin salida para él.

-Correcto, entonces que decides?

La primera prueba estaba ahí, en una simple y sencilla pregunta, en verdad esperaba el no haberse equivocado esta vez.


+++


Luffy estaba muy preocupado por su primer compañero, ya que su condición no era nada buena y no podría defenderse de un ataque.

-Nee-chan! – se escucho una vocecilla y de repente un niño rubio apareció y se lanzo a los brazos de Lina.

-Kai que haces aquí?- lo abrazo tiernamente.

-Sei-sama me mando, el desea que instales a los invitados en un lugar mas acogedor.- el pequeño disfrutaba el abrazo de su hermana.

-Bien... – se separo de su pequeño hermano y sin mucha tardanza libero a los piratas. – onegai, sígannos, les mostraremos sus habitaciones.

-Donde esta Zoro?- pregunto el chico de goma antes de salir de la celda.

-Esta con Sei-sama.- contesto el niño.

Luffy estaba apunto de salir en búsqueda del peliverde, pero Ace lo detuvo.

-Confía en él.- fue lo único que dijo.

Ace sabia a la perfección que si Luffy comenzaba a hacer una revuelta, no saldría bien librado ya que los brazaletes que tenían Kairouzeki, no tanto para impedirles el moverse pero si lo suficiente para restringir los poderes de la akuma no mi.

-Demo... esta bien, lo haré.-musito nada convencido, ya que sentía una terrible opresión en el pecho.

Sanji que se había mantenido alejado de su capitán lo observaba, sabiendo de antemano la enorme preocupación de este por el estúpido marimo.


+++


Lentamente el sol se ocultaba, dándole un extraño toque rojizo a la enorme habitación. Zoro miraba por el ventanal que daba hacia un hermoso jardín. No quería pensar, intentaba que su mente se fuera lejos, pero era imposible, no paraba de pensar en lo que estaba apunto de hacer y aunque lo hacia por el bienestar de los suyos aun así no podía evitar el estremecerse al pensar que estaba a punto de entregarse a un hombre que apenas y conocía... entregarle su primera vez a un ser que no amaba...

Suspiro pesadamente, necesitaba un trago, se alejo del ventanal y se acerco a la puerta que daba al pasillo, la abrió solo un poco.

-Desea algo Roronoa-san?- pregunto un joven de cabello rojo sangre y brillantes ojos verdes.

-Quiero un par de botellas de vino.- murmuro.

-A la orden...- El pelirrojo no tardo ni cinco minutos cuando regreso con lo deseado por el espadachín.

Bebió las botellas lo más rápido que pudo, mientras que por primera vez en su vida maldecía su existencia...


+++


Los piratas del mugiwara miraban sorprendidos los obsequios que Sei les había mandado. Nami examinaba detenidamente cada pieza de oro, cada gema... todo era invaluable.

Sanji había sacado a su capitán de la habitación antes de que armara un escándalo ya que sabía de antemano que él rechazaría aquel tesoro iniciando un pleito con la pelinaranja.

-Sanji...- murmuro Luffy abrazando fuertemente al cocinero, mientras suaves sollozos brotaban de él. Se sentía tan mal.

-No te preocupes, lo mas seguro es que el marimo este bien, el sabe cuidarse…

-El no puede estar bien y tu lo sabes… todos lo saben… él no esta bien desde hace meses…

El rubio no lo soportaba más, así que con un profundo beso silencio los sollozos y reclamos de Luffy ya que no quería segur escuchando el nombre del espadachín en los labios de su amante ya que por una razón aun desconocida para el cocinero, dolía… dolía tanto…


CONTINUARA…

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