15 may 2010

Capitulo III

No había podido siquiera dormir aquella noche…porque cada vez que cerraba sus ojos aquellos momentos juntos se reproducían en su mente…era horrible… ¿porque? ¿Que había hecho mal? ¿Por qué su amor tenía que ser castigado así? ¿Tan horrible era el ser el mismo? Las lágrimas luchaban por bajar por sus ojos…pero ya no salían…había gastado todas las que tenia…

 

Había sido un mes de ensueños…ni siquiera sus años felices con el abuelo roma se comparaban con aquellas perfectas 3 semanas…y aunque la rutina pareciera monótona, cada pequeño detalle hacia de cada día un pequeño pedazo de su corazón se enamorara aun mas…Esa tarde como muchas antes…fue despertado por las tiernas caricias de el…y un delicado "Te quiero…" se escapo de sus labios y le beso…

 

Claro que el nunca pensó ese sería su último beso…

 

Ambos tomarían un baño juntos y el no podía contener las ansias y la felicidad en su pecho…pero no sabía que quien amaba le dijera eso…de aquella forma, incluso aun retumbaba en sus oídos.

 

"NO TE ME ACERQUES! NO QUIERO VERTE MÁS!"

 

Pero que era lo que había hecho para merecer esas palabras? Que hizo mal? Le molesto algo que dijo? O algo que hizo? Sin querer las lágrimas se escapaban de sus ojos, a diferencia de muchas otra veces, cuando estas salían por caprichos tontos o pequeños sustos, las lagrimas que brotaban eran únicamente provocadas por el dolor de su pecho.

 

"POR QUÉ NO TE PUDISTE QUEDAR COMO UNA NIÑA! PORQUE NO ERES UNA NIÑA! TE ODIO!"

 

No…Al parecer…odiaba lo que era… ¿pero por qué? ¿Era tan malo que el fuese un niño? A él no le importaba eso…por que como Francia-nii-chan, le dijo una vez "el amor nunca respetara las leyes del mundo…el amor es solo amor" No estaba enamorado por que Shinsei Roma fuera una chica o un niño o lo que fuera, si no porque simplemente se enamoro, ¿Por qué a él le importaba tanto su género? ¿No le había dicho que lo amaba? ¿Por qué le decía esas cosas ahora?

 

No entendía nada…no sabía nada, su pecho dolía, sentía un cruel escozor en las venas como si la sangre pesase al pasar por ellas, la garganta le daba un dolor raro, tenía algo parecido a un nudo en ella, apenas y el llanto lograba escaparse, sus pies ya no le respondían, sentía que se desplomaría en cualquier instante. Aun así pudo apenas ponerse algo encima y salir corriendo de ahí, dolía, dolía mas que cualquier cosa que hubiese sentido, más que aquellos golpes que recibía de los demás países o que las reprimendas de Austria, sus pies lo llevaban lejos, llego a su habitación…pequeña…sencilla…solitaria…con solo una pequeña ventana que dejaba paso a la luz de la luna…

 

Apenas y llego a su cama se aferro lo más fuerte que pudo a las sabanas sin dejar de llorar, su voz era ahogada por la almohada, Encerrado en su dolor no pudo darse cuenta de que alguien le escuchaba a lo lejos, sonriendo con un deje de tristeza.

 

Abrió sus ojos, la luz entraba por el gran ventanal que adornaba su habitación, las cortinas estaban abiertas…como todas las mañanas, el desayuno a un lado de su cama, se levanto alarmado mirando hacia todos lados, tapo sus oídos y cerro sus ojos, pareciese que aquella pesadilla no hubiese acabado, rezaba con que todo fuera un mal sueño otra vez, rezaba para que ese ser no apareciese frente a él. No quería ni verlo ni escuchar siquiera su voz, no lo soportaría, no quería verlo, lo odiaba! No podría con el hecho de verlo frente a él como todas las mañanas. El roce de una mano acariciando su cabeza hizo que soltara un fuerte grito cargado de terror.

 

-NO ME TOQUES! ALÉJATE! – Se encogió aun mas en la cama temblando de furia, temor y repulsión, aquella mano acaricio con cuidado aquellos cabellos rubios con cuidado.

 

-Tranquilo…soy yo Shinsei-chan.- Una voz femenina y suave lo hizo volver, sus ojos se abrieron un poco dejando salir una pequeña lagrima, vio frente a él a aquella agradable nee-san que de vez en cuando lo cuidaba, le sonreía tiernamente.

 

-Hungría…- La cara del otro pareció relajarse un poco más, bajo sus brazos a sus costados y se dejo caer en la cama aun algo alterado.

 

-¿Estás bien? ¿Tuviste una pesadilla? –Ella esbozaba una delicada sonrisa que trataba de tranquilizarlo, acompañando con suaves caricias en su cabeza. Él asintió y desvió la mirada, no quería siquiera recordarlo, se sentía mal de solo pensar un poco en ello.

 

-Está bien si no quieres decirme.- La húngara continuo con aquella melodiosa voz.-Pero es mejor que no te preocupes…- Se separo de él y miro a un lado, más bien a la bandeja de comida que estaba ahí, la como en sus manos y la coloco en las piernas del menor.- Por cierto…esta vez yo te prepare el desayuno, Ita-chan no se ah levantado aun, espero que no te moleste...ya sabes, como yo no cocino también como e…-

 

-Así esta mejor.- Soltó seco el niño y se llevo un pedazo de comida a la boca, con el ceño fruncido. La muchacha se sorprendió más aun así no dijo nada, ¿Se habrán peleado? Pensó ella mientras miraba al otro comer con furia pero aun así con desgana notable en su rostro. Elizabetha puso un rostro preocupado y levanto la habitación mientras el otro desayunaba, estaba realmente angustiada, desde anoche nadie había visto a Italia, estaba preocupada por el, Feli siempre había sido un niño muy alegre y asistía a sus labores con una sonrisa en el rostro o simplemente no se quejaba, esta era la primera vez que no se levantaba temprano o que faltaba a trabajar, definitivamente iría a verlo en cuanto pudiera, pero la curiosidad abundaba en su cuerpo así que no pudo contenerse.

 

-¿Sabes si le paso algo a Ita-chan? No le eh visto desde ayer…-El rubio se tenso notablemente y apretó el cubierto es su mano con coraje.

 

-No…no sé nada.- Soltó seco pero a la vez su cuerpo temblaba. Hungría se sintió mal, lo mejor hubiese sido quedarse callado, al parecer definitivamente se habían peleado y ella había metido la pata.

 

-Perdón…no quise entrometerme.-

 

Se disculpo y se llevo los trastes a la cocina, esperando encontrar a Italia ahí…mas no fue así, en la sala solo estaba el señor Austria leyendo. Lavo sus trastes y se dirigió a la habitación de Italia, totalmente preocupada trato de abrir la puerta, estaba cerrada con seguro…

 

-Ita-chan…estas ahí? Abre por favor…-No hubo respuesta alguna, volvió a golpear la puerta.- Todo está bien?

 

Seguía habiendo silencio en aquel lugar y una vez más toco la puerta, no había respuesta, le angustiaba, así que rebusco en su mandil las llaves de la casa y después de tratar con varias, puedo abrir aquella puerta; entro…la ventana estaba cerrada y las cortinas igual, no entraba luz a aquel lugar, pero aun así diviso entre las revueltas sabanas aquel cuerpo de su querido Ita-chan, este temblaba y gimoteaba leve, pero, no estaba despierto; el corazón de la joven se contrajo en dolor ¿Tan horrible había sido aquella pelea que ni siquiera podía dormir en paz? Se acerco lentamente y vio mejor al niño, tenía unas visibles ojeras y su rostro mostraba una mueca de dolor; acaricio con cuidado el cabello del otro.

 

-¿Qué fue lo que paso Ita-chan? –Pregunto mas para sí misma que para el chico frente a él, quien por supuesto no se despertó, solo lloraba en sus sueños, las lagrimas sin querer brotaron de los ojos verdes de la joven, no sabía bien porque, tal vez solo sentía el dolor del menor con solo tocarlo…

 

Se levanto despacio de la cama y se dirigió a la puerta, iría a avisarle a Austria que Italia no trabajaría ese día.

 

El sacro imperio romano decidió salir a caminar por la mansión, por que no pensaba quedarse en su cama sin hacer nada, simplemente se encargaría de no cruzarse con aquel niño y gracias al cielo así fue, ni rastro de aquel castaño a su vista, había sido una tarde pacifica, en lo que cabe, porque cada vez que llegaban a mencionar aquel nombre sus músculos se pensaban y su estomago golpeteaba fuertemente, pero claro que de alguna forma todos se dieron cuenta de esto, decidieron no mencionar al pequeño en la presencia del SIR.

 

Este después de que su día finalizara se dirigió a tomar un baño, le pido a Hungría que se lo preparara, en cuanto estuvo listo entro, miro por completo la habitación, se veía extraña, faltaba algo ahí…un aroma…donde estaba ese aroma a flores que siempre había en el cuarto de baño? Miro hacia todos lados, no había nada fuera de lo normal, pero no le dio más importancia, se metió a la bañera…y por alguna razón un hueco en su estomago se hizo presente.

 

-Ita-chan…estas bien? Te eh traído la cena…- La húngara entro por la puerta llevando un enorme plato de pasta, pero al entrar a la habitación solo se encontró con un Italia sentado en la cama de piernas cruzadas y con la mirada perdida hacia la ventana, la comida de la tarde, estaba intacta…esa rutina llevaba más de una semana, cada día Italia se levantaba de su cama y no hacía otra cosa más que mirar atreves de la ventana esperando algo, algo que no llegaba, tampoco comía, a veces tomaba uno o dos bocados, pero nada más…a pesar de que Hungría le preparaba todos los platillos que le gustaban, pareciera que estaba en otro mundo, no lo entendía…a pesar de todo ese día era diferente esa noche Italia no había derramado ni una lagrima…pareciese que estas ya no podían salir…como si todas se hubiesen secado, solo miraba hacia la ventana con la vista perdida.

 

-Ita-chan…-

 

-Nee-san…-pronuncio con un hilo de voz.- ¿Está mal que sea un niño?

 

La pregunta tomo desprevenida a la muchacha que vio al jovencito con un rostro extrañado. El no había pronunciado ni una palabra desde que comenzó eso…No entendía nada, porque nunca le dijo que había pasado…

 

-A que te…-

 

-Olvídalo…no es nada…-miro apenas de reojo el plato que llevaba la otra y forzó una sonrisa.-…no tengo hambre, no te apures por cocinar algo para mi…-

 

-Ita-chan…-Pronunció preocupada…esto no era normal, si había algo a lo que Italia nunca se negaría era un delicioso plato de pasta…pero…-¿Estás seguro?

 

-Hai! Y no te preocupes, perdón por no haberme levantado a tiempo estos días, mañana iré a trabajar sin falta.- Dijo tratando de imitar su tipo de voz siempre alegre y formando una sonrisa vacía, sin que lo quisiera una rebelde lagrima se escurrió por su mejilla.- aah! Gomen! Me ah entrado algo en el ojo! –Con toda prisa acerco la manga de su ropa y se tallo el ojo.

 

La muchacha solo pudo quedársele viendo, con la sensación de que su propio corazón también se partía en dos, nunca había visto a su querido Ita-chan en ese estado, tan desolado…y fingiendo una sonrisa tan triste. Lo único que su mente le pudo lograr hacer, fue ordenarle que estirara sus brazos y apretara al niño entre ellos…

 

-Está bien Ita-chan…llora…no se qué ha pasado y tampoco tengo intención de obligarte a decirme que es si no quieres…pero no uses esa sonrisa tan falsa…-Sin darse cuenta, sus propios ojos también comenzaban a derramar crueles lagrimas, Feliciano lo único que pudo lograr hacer fue dejar que las gotas saladas se apropiaran al completo de sus ojos, esa noche tampoco dormiría…pero esta vez…sabía que Hungría estaría ahí para ayudarlo, como muchas veces antes, como la vez en la que ella lo consoló cuando el Sacro Imperio Romano se fue de la casa…como las muchas veces en las que Austria lo regañaba…no había nada en el mundo que curara la tristeza y el dolor mejor que abrazarse fuertemente a l cuerpo de su hermana mayor…pero esta vez…solo esta vez…eso no sería suficiente para desvanecer el dolor de su corazón.

 

Esa noche le conto todo lo que paso…con todo detalle que su mente lograba articular.

 

-Me odia…porque soy un niño… ¿porque está mal? –

 

-Ita-chan…no está mal es solo que…-

 

-¿Entonces por qué me odia? A mí no me importo…aun así yo lo amo.-

 

-Ita…-

 

-¡OJALA NUNCA HUBIERA REGRESADO! ¡OJALA NUNCA LO HUBIESE CONOCIDO! ¡DUELE! ¡DUELE MUCHO NEE-SAN!-

 

-…-

 

Elizabetha no pudo decir nada, no podía contestar eso, ella no era una mujer de rencores, pero, hacerle daño a su pequeño hermanito de aquella manera…eso era imperdonable…ella también deseaba que el sacro imperio romano nunca hubiese regresado, que simplemente se quedase en la mente de Italia como su primer amor, nada más, que únicamente pudiese recordar las cosas hermosas del pasado…pero el amor y el corazón eran tan crueles que eso no era posible.

 

-Está bien…Ita-chan…ya no dolerá mas…pronto ya no dolerá mas…-Acaricio con cuidado los cabellos del otro, dándole fuerzas a través de sus mimos, el pequeño iba quedando dormido presa del cansancio y las lagrimas, no paso mucho y este cerro sus ojos por última vez en la noche, la mujer le miro con ternura y sonrió triste, como es que aquel ser tan especial había sido lastimado de tal forma…una estrella fugaz cruzo el cielo, sabiendo que tenía una oportunidad, Elizabetha pidió uno deseo.

 

-Por favor…que el corazón de Ita-chan ya no sufra más…-Cerro los ojos esperando que su plegaria fuese escuchada.

 

Había sido tal vez demasiado cruel, el no se había aparecido por dos semanas aproximadamente…está bien…Italia era un chico, y consciente de eso, el se había enamorado, ¿porque entonces a él le importaba tanto? Fácil…se había sentido engañado, el siempre había sido un joven con principios impecables y siempre había seguido un estricto manual de reglas escrito por una sociedad obediente y recta. Por eso no podía aceptarlo, por eso se sentía sucio…por que el aun así había sido criado bajo el seno de la iglesia, bajo las leyes de dios, incluso su nombre mostraba que él era partidario del clero "SACRO imperio ROMANO" así se llamaba, por eso no podía amarlo… además de que él tenía una clara obsesión por las reglas no podía pasar como si nada de eso. Italia no tenía la culpa…simplemente se disculparía…y todo ese malentendido se desvanecería, podrías tratarse únicamente como dos personas que vivían bajo el mismo techo y ya…solo eso…con aquel pensamiento el Sacro imperio romano callo en el sueño.

 

-Buenos días…– Saludó al entrar al salón, su cara se veía mas animada, realmente había tenido un buen despertar, había descansado y estaba listo para el trabajo, se acerco a mesa y se sentó junto a Austria, desde aquel incidente había pedido que no se le llevara mas el desayuno a la cama, le traía malos recuerdos…como fuese, el desayuno llego a manos de la húngara, quien portaba una sonrisa particularmente brillante, esto se le hizo realmente raro al rubio, últimamente ella había estado de un humor decaído, bueno en fin, eso no importaba; sin ninguna prisa comenzó a devorar su desayuno, platico un poco con Austria, quien de por sí no era una persona que hablase mucho, al igual que el. Se levanto y dejo los trastes en la mesa, decidió da una caminata, después de todo últimamente había estad muy ocupado…quería darse un tiempo libre…y eso que era muy joven como para encargarse de todo, tenia realmente muchas responsabilidades…

 

Había decidido ir por los jardines traseros, eran los más tranquilos…desfrutaba del paisaje y el aire fresco, esas caminatas realmente lograban calmarlo, después de todo necesitaría valor para disculparse con aquel niño, aunque el pensamiento de lo que había pasado, de todo lo atromentara, lo golpeaba ams fuerte el saber que había lastimado a alguien sentimentalmente, sus principios le dictaban lo que debía hacer…y como si el destino le hiciera una mala broma diviso a lo lejos a aquel niño con un balde de agua en las manos, aun vistiendo aquel vestido y delantal verde…de hecho la escena parecía muy parecida a cuando el partió. Ambas miradas se encontraron por un instante…a pesar de su temor el rubio se acerco y planto enfrente del otro, tomo aire…se prometió que se disculparía, no había vuelta atrás.

 

-Italia yo quería…-Le miro determinante, a aquellos ojos que extrañamente estaban abiertos esta vez, le miraban fijamente, trago saliva tratando de despejar su mente y poder decir adecuadamente lo que debía decir.-…disculparme por todo lo que te hice, mira no es nada personal es solo que tu…se que te herí y yo no quería realmente, la razón verdadera es que yo…

 

-¿eh? ¿Quién eres tú?-

 

 

CONTINUARA…

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