21 oct 2010

Capitulo IV

:::Hace 10 años atrás:::
 

A sus recién cumplidos 9 años, Ace ya sabia que era lo que seria de grande… el seria un gran cazador de vampiros como lo era su abuelo, el seguiría el oficio familiar del clan D, no por que estuviese deseoso de ser como su abuelo, sino por que deseaba que su pequeño hermano quedara libre de tal responsabilidad. Ace a pesar de ser joven comprendía perfectamente su situación, los pros y los contras, sabia que el ser un cazador solo auguraba un camino lleno de oscuridad y sangre, por esa razón deseaba que Luffy se librara de aquel destino y si lograba que su abuelo volcara toda su atención en el y relegara a Luffy a segundo plano, él estaría mas que satisfecho.


Los cerezos en flor estaban en todo su esplendor cuando Monkey D Grap llego a la mansión, pero no lo hizo solo ya que consigo traía a un niño de verdes cabellos. Ante la vista Ace ese niño se veía sumamente delicado para su gusto, como si con solo tocarlo fuese a romperse en miles de pedazos.


-Ace, él es Roronoa Zoro y de ahora en adelante vivirá con nosotros.


Escucho a medias las palabras de su abuelo, pero la mayor parte de su atención estaba enfocada en el peliverde, el cual no mostraba expresión alguna y tenía su verde mirada opaca y pérdida. Ace frunció en seño molesto por la falta de expresión, no entendiendo lo que pasaba con ese niño.


El mayor al ver la expresión de su nieto decidió explicar lo sucedido antes de que Ace hiciera algo que dañara mas el pobre alma de Roronoa-chan, que desde que había salido del hospital tenia aquella expresión, aunque no era para menos… no después de lo que había pasado y lo que menos necesitaba ese niño era que su nieto lo molestara.


-Quiero que lo trates bien y lo cuides.- dijo con voz autoritaria.


-Por que tengo que hacerlo.- reclamo en pequeño y pecoso moreno viendo hacia arriba directamente a los ojos de su abuelo.


-Por que acaba de salir del hospital y por que ha perdido a su familia a causa de un…- pensó un momento en si decir la verdad con el peliverde presente.- a causa de un accidente.


El pequeño moreno, no era un tonto, había entendido lo que su abuelo quería decir, ese niño había perdido a su familia a causa de un vampiro, por que otra razón el abuelo lo traería a casa. Así que su mirada paso del mayor al niño, el cual seguía sin dar signos de haber escuchado o percibido algo, lo tomo de la mano.
-Vamos, te presentare a Luffy.- dijo ya mas tranquilo.


El peliverde solo camino casi por inercia, siendo guiado por Ace. Grap miro como ambos niños se dirigían al jardín trasero de la mansión y una grata sonrisa apareció en sus labios ya que ahora sentía que había elegido bien a su sucesor como cazador, Ace tenía increíbles habilidades y ahora también sabía que tenía un bondadoso corazón a pesar de su corta edad.


Desde ese día Ace no solo tenia que cuidar de Luffy y entrenar, sino que también tenia que velar de cierta manera por la seguridad de Roronoa, él cual ya había demostrado su frágil condición, pasando mas tiempo en cama y con los médicos que haciendo lo que todo niño de su edad haría.


No fue hasta que un día de verano, Luffy había obtenido el permiso para ir a una fiesta de piscina que llevaría acabo Nefertari Vivi y que el abuelo había aceptado el llevarlo, ese día Ace se quedo entrenando en el jardín ya que las fiestas de niños en verdad lo aburrían.


Saltaba, corría, hacia marometas y muchos otros movimientos ya que su abuelo decía que la velocidad y la agilidad era el 80% de un buen cazador y fue justo en el momento que caía sobre el césped provocándose un par de rasguños en las piernas y manos debido a un mal aterrizaje después de un salto; que noto la presencia del peliverde que se encontraba a unos metros de él, observando detenidamente lo que hacia.


-Ya te sientes mejor?- pregunto el moreno, mientras se levantaba y sacudía un poco su uniforme de entrenamiento.


-…- solo obtuvo el silencio del peliverde, pero ahora esos ojos esmeraldas estaban totalmente centrados en un rasguño de la mano derecha del futuro cazador, en el cual ya se veía que brotaba una pequeña gota carmesí.
-No te preocupes, yo estoy bien y esto no es nada.- dijo al notar lo que Roronoa veía.


A pesar de aquellas palabras el pequeño peliverde tomo la mano del mayor y simplemente lamio la pequeña herida.


-Pero que haces?- dijo Ace al momento que alejaba su mano del otro niño bastante sorprendido por la acción.


-Mama…- murmuro muy bajo al grado que a Ace le costo mucho trabajo escuchar. –Mama dejaba que lo hiciera cuando ella se lastimaba…- comento mientras que por primera vez cuestionaba su acción, ya que aunque para el era normal hacerlo… tal vez estaba mal, pero entonces por que su madre lo dejaba hacerlo?


El moreno solo suspiro, después de esas palabras ahora ya ni siquiera podía enojarse con él.


-Comprendo, por mi no habrá problema en que lo hagas pero si lo haces con alguien mas ten por seguro que esa persona podría disgustarse.


Roronoa solo bajo la mirada, sintiéndose un poco mal y reprendiéndose a si mismo el haber cometido aquella falta.


-Gomen nasai…- volvió a murmurar casi al borde de las lagrimas.


Al ver esa reacción del otro Ace ahora se sentía un bicho ya que no había querido de ninguna manera lastimar con sus palabras al peliverde.


-No llores…- ahora que haría? –Ya te dije que a mi no me molesta que lo hagas conmigo… mejor por que no me ayudas a entrenar?.- era lo único que se le había ocurrido para distraer al otro.


-Yo? – pregunto con sorpresa al momento que su mirada se encontraba con la del moreno. –Pero yo solo seré una molestia…- su condición no le permitiría hacer mucho.


-Eso lo decidiré yo.- comento Ace mientras jalaba de un brazo a Roronoa y lo llevaba al dojo de la mansión. Una vez ahí Ace se planto frente al peliverde. –Golpéame.- simplemente ordeno.


-Pero…- no quería hacerlo.


-Vamos solo hazlo.- dijo con confianza.


El otro simplemente asintió y al momento de que su puño se dirigía al rostro del moreno, simplemente cerró los ojos. Los ojos de Ace vieron el puño como en cámara lenta, claro estaba acostumbrado a los ataques de su abuelo que simplemente no podía verlos, pero en este caso a Roronoa le faltaba mucha velocidad, incluso Luffy era mas veloz que él, pero en el momento en que el puño choco con su mejilla, casi fue derribado por la contundencia del puñetazo.


Cuando Zoro abrió los ojos sintiendo el dolor en sus nudillos, se encontró con la imagen del moreno luciendo el golpe en su mejilla que tal vez se pondría morado y con un hilillo de sangre corriendo por la comisura de sus labios.


-Eres fuerte, pero lento.- comento con una sonrisa. –Solo espero que el ser mi compañero de combate, no empeore tu enfermedad.- agrego algo más serio.


A pesar de haber escuchado, comprendido y alegrarse por aquel cumplido, su mirada estaba totalmente centrada en aquella línea roja.


-Te lastime?- dijo algo incrédulo.


Para Ace fue como si pudiese leer el pensamiento de Roronoa en el momento que este comenzó a acercarse a él, ante lo cual se exalto un poco pero le había dado permiso de hacerlo hace escasamente unos minutos atrás así que ya no podía negarse. Sintió de manera sutil la lengua del otro por su barbilla y casi sus labios, ante aquel contacto su corazón comenzó a latir rápidamente y sus mejillas se tornaron en un furioso rojo, al grado que incluso sus orejas habían tomado ese color.


-Listo.- dijo el peliverde al separarse del otro mientras mostraba una gran sonrisa.


Ace aparto la mirada y tosió un poco.


-Bien, entonces de ahora en adelante me ayudaras a entrenar, pero ese será nuestro secreto, por que si Jii-san se entera de esto seguro recibiré un castigo, lo entiendes Roronoa?


Eso era mas que obvio ya que no estaba nada bien el usar a un frágil chico, con mucha fuerza pero aun así frágil en salud como Roronoa para entrenar.


-Zoro…


-Nani?


-Que me llames Zoro.- pidió el peliverde.


-Bien, entonces comprendes Zoro?


-Hai.- contesto sintiéndose contento ya que era la primera vez que alguien lo trataba así, como si fuese un niño normal.


Después de aquel suceso Ace y Zoro se volvieron bastante cercanos, al grado incluso de que el moreno dejaba sus entrenamientos de lado para acompañar a Zoro a sus visitas al medico, en donde el doctor comenzó a suministrarle unas pastillas con las cuales la salud del peliverde mejoro en sobremanera.


Aquella noche de otoño, Ace no podía dormir, así que se levanto de la cama y salió de su habitación, tal vez podría despertar a Zoro para jugar un poco, pero al llegar y escabullirse a la habitación de este, noto que Zoro no se encontraba, en ese instante una abrumadora preocupación se apodero de él y comenzó rápidamente a buscar a su amigo por toda la mansión, aunque intentando hacer el menor ruido posible.


Busco por todos lados y no fue hasta llegar a un salón en la parte alta de la mansión que se usaba como bodega y ahí fue donde lo encontró sentado delante de un viejo piano, tocando las teclas pero ningún sonido salía del instrumento, ante lo cual el peliverde soltó un suspiro de decepción.


Zoro extrañaba a sus padres y lo único que le gustaría en esos momentos era el tocar el piano como lo hacia con ellos, pero estando ahora en un hogar muy distinto al suyo, no se atrevía a pedir nada, por que era mas que suficiente que Grap-san se hiciese cargo de él.


Ace sin hacer ruido alguno regreso a su habitación, de alguna manera se había sentido desplazado y le había desagradado completamente aquel sentimiento, así que haría algo para que volviese a pasar.


Zoro despertó aquel día sintiéndose algo triste, ya que noche tras noche iba a esa habitación y tocaba aquel viejo piano, el cual le dejaba un sentimiento de soledad. En esos últimos días Ace había estado exigiendo que entrenara con él y que aprendiera kendo y él no podía negarse a las peticiones del moreno ya que de cierta manera le agradaba el pasar tiempo con él… no sabia bien la razón, pero había algo en él que le atraía, aunque para un niño de su edad se podría decir que solo se trataba de una gran amistad y casi hermandad, pero ese día en especial, Ace parecía estarlo evitando ya que se había dedicado a entrenar él solo, después del colegio… acaso había hecho algo malo? Había hecho alguna acción que molestara a Ace?


Cuando la noche llego Zoro había entrado en una total depresión, a pesar de que Luffy había pasado todo el día con él, el menor de los D no había logrado el animar al peliverde. En el momento en que Luffy se fue a su habitación y las luces de la mansión se apagaron, ya no soportándolo mas Zoro rompió en llanto sobre la enorme cama.


La puerta de la habitación se abrió a lo que Zoro intento ocultar sus lágrimas de quien fuera quien hubiese entrado.
-Zoro…- se escucho en un murmullo –Estas dormido?


Al escuchar aquella voz de un salto se levanto de la cama al momento que secaba las lágrimas con la manga de su pijama.


-Ace que…- no termino de formular su pregunta ya que en ese instante el moreno se acerco a él tomándolo del brazo y casi arrestándolo fuera de su habitación y llevándolo a la propia. Al entrar a la habitación de Ace, los ojos esmeraldas de abrieron en sorpresa a lo que veían, ahí justo frente a la cama se encontraba un reluciente piano negro de cola, se habían tenido que mover y/o retirar algunos muebles para que el piano concordara con el estilo de la habitación.


-Ahora puedes tocar para mi?- pregunto Ace sin poder ver a Zoro.


Una afirmación y un gran abrazo fue lo que recibió el pecoso, haciendo que un notorio sonrojo tomara por sorpresa su rostro.


La melodía que brotaba del piano comenzó a llenar por completo el ambiente, los pequeños dedos se movían de manera ágil por las teclas; Zoro tenía los ojos cerrados disfrutando de esa manera el volver a escuchar las notas provenientes del piano y evocando de alguna manera el recuerdo de su familia.


Ace miraba con total embeleso al peliverde, totalmente perdido en la melodía que con increíble perfección tocaba, él era increíble… en verdad había valido la pena la rabieta que le había hecho a su abuelo para que este le comprara un piano, había valido completamente el regaño y castigo que había recibido, en verdad todo había valido la pena ya que gracias a eso podía presenciar tal espectáculo y también Zoro no lo volvería a desplazar ya que el piano estaba en su habitación y para poder tocarlo era mas que obvio que tendría que hacerlo con su presencia; tal vez era algo egoísta su actitud pero no podía evitarlo… no cuando se trataba de Zoro.


El tiempo siguió su curso y rápidamente la navidad llego y con ello apareció en Zoro una aversión enfermiza por las fiestas decembrinas que lo acompañaría por el resto de su vida, pero aquella primera navidad en la mansión de los D hubiera sido insoportable si Ace no hubiera estado a su lado, ambos literalmente encerrados es el ático de la mansión donde el sonido de los villancicos no llegaba, donde los colores navideños jamás se verían, donde la mismísima navidad nunca entraría.


Gracias a Luffy tenían que comer y beber, aunque solo fueran bollos y agua, por que a pesar de las amenazas de su abuelo y el futuro castigo Ace no saldría de ahí sin Zoro.


-Si quieres irte, puedes hacerlo… yo… yo estaré bien…- murmuraba Zoro que se encontraba sentado en un rincón de la habitación.


-Jii-chan dice que si no bajo, santa no me traerá ningún regalo.- comento mientras se sentaba a un lado del peliverde. -pero yo solo quiero estar junto a Zoro-chan…- confeso con una sonrisa en los labios.


Por extraño que le pareciera a Zoro, algo dentro de él dejo de doler, se sentía triste, extrañaba a su familia, pero ya no se sentía solo, si Ace estaba a su lado jamás volvería a sentirse solo.


Un fuerte abrazo y un gracias murmurado fue lo que recibió Ace por sus palabras, aunque aun no hubiese terminado por completo.


-Yo solo quiero estar por Zoro, por que Zoro me gusta…- esta vez el sonrojo apareció en sus mejillas, pero a pesar de eso tomo el rostro del peliverde y beso esos labios de una infantil y casta forma.


-A mi también me gusta Ace.- contesto Zoro al separase un poco del moreno.


Siempre hay una primera vez para todo, el primer beso, el primer amor, la primera cita y la primera vez que le romperían el corazón, todas y cada una de ellas Zoro se las dio a Ace, aunque la ultima fue mas culpa de Grap-san que del moreno.


Justo cuando Ace cumplía los 12 años, Monkey D Grap hacia el anuncio del compromiso de su nieto con Nico Robin la ultima descendiente del clan Nico.


Para Ace aquel comunicado lo había regresado a la realidad en la que vivía, era un futuro cazador y como tal su destino ya estaba sellado; pero aquella noticia fue más de lo que Zoro pudo soportar al grado que entro en una profunda depresión.


El peliverde se preguntaba una y otra vez por que sucedía esto, por que después de imaginar una vida junto a Ace, ahora sus sueños y deseos se desvanecían en la nada. La perdida de su familia había dejado de doler hace algún tiempo, incluso habían momentos en que él olvidaba completamente que solo era un invitado en el hogar de los D y Ace era el culpable de ello, pero ahora el dolor y el sentimiento de perdida eran tan grandes e insoportables que lo único que se deseaba era huir de aquel lugar.


Ace no sabia que hacer, ya había intentado por todos los medios el hacer desistir a su abuelo de aquel compromiso, aunque claro, todas sus tácticas y argumentos no habían servido de nada ante la férrea convicción del mayor. Ante esto Ace que tomo una importante decisión.


Desde el día en que la noticia fue dada, Zoro había estado evitando completamente a Ace y por muchos deseos que tuviera de ahogar su dolor entre las melodiosas notas del piano, se abstenía de siquiera acercarse a la habitación del moreno y ya casi cumpliría un mes.


Justo esa noche con la luna en lo mas alto del firmamento nocturno, la mansión del clan D se encontraba en total silencio, la mayoría de sus habitantes dormían, pero él no… Zoro no podía dormir, apenas cerraba los ojos y las pesadillas venían a él… todo era rojo como la sangre misma, no quería ver aquellas visiones de cuerpos diseminados a su alrededor, no quería ver entre ellos los rostros de sus padres. Oculto bajo las mantas se repetía una y otra vez que solo se trataba de un sueño, que no era real y fue en ese momento que sintió el ligero movimiento de la cama ajeno a su propio cuerpo, el terror producto de sus sueños tomo mas fuerza al grado que sentía que de un momento su frágil corazón sucumbiría ante tal sentimiento.


-Zoro…- un murmullo llego a él reconociendo al instante aquella voz, así que olvidando absolutamente todo, se levanto de golpe para terminar aferrándose a ese cuerpo como si su vida dependiese de ello.


-Ace, tengo miedo… no me dejes…-suplico mientras ríos de lagrimas ya surcaban su rostro.


-Nuevamente has tenido esa pesadilla.- comento el chico pecoso que correspondía el desesperado abrazo del peliverde.


Ace ya se temía algo así, Zoro sufría de pesadillas, no eran muy frecuentes, pero cuando las tenia un terror en extremo anormal tomaba por completo la razón de Zoro, por eso Ace cada vez que podía salía de su habitación e iba directamente a dormir con Zoro, solamente así el chico peliverde podía tener un completo descanso.


-Zoro… huyamos…- tal vez no era el mejor momento para proponer aquello, pero ya no podía soportar mas esa situación con su abuelo.


La proposición resonó en la mente del peliverde y con ello el temor de sus pesadillas se disipaba, pero en cambio comenzaba a sentir una palpable preocupación por lo que sucedería.


-Demo y Grap-san… el compromiso…


-No importa, si estamos juntos nada mas me importa.- estaba completamente seguro de lo que decía, así que solo faltaba lo que Zoro decidiera.


La mirada esmeralda se cruzo con la negra mirada del moreno, al momento que pensaba que tal esta era su única oportunidad de estar juntos como él también deseaba, así que simplemente afirmo.


-Bien, entonces vístete nos vamos.


-Eh!!! Tan pronto?- todo iba demasiado rápido para él.


-Si, entre mas tiempo desperdiciemos mas difícil será el huir.


Así que a Zoro no le quedo alternativa mas que vestirse lo mas rápido posible y empacar solo un cambio de ropa y así fue de tras de Ace saliendo de la mansión de los D.


A pesar de la convicción de ambos y el supuesto plan de huida, no contaban con que había una persona que había escuchado en su totalidad aquella conversación y apenas ambos chicos pusieron un pie fuera de la mansión, que para ese momento Monkey D Grap ya estaba enterado de que ambos chicos habían salido.


A escasamente dos calles de ahí fueron interceptados por Grap y varios otros sirvientes. El saldo de tal acción fue una tremenda reprimenda hacia Ace ya que al ser el mayor, además de saber de la delicada condición de Zoro, era más que obvia su culpabilidad. Grap no hubiese querido darle un castigo de esa índole, pero si les hubiera pasado algo a ambos, por una parte el clan se hubiese visto mermado por la falta de un cazador y por la otra parte Zoro era importante ya que él era la carnada para atraer a Mihawk y así acabar de una vez por todas con ese vampiro.


Encerrado entre esas cuatro paredes, cubierto de lujos… aquello era una hermosa jaula de oro, mas a pesar de estar cautivo ahí, sus pensamientos estaban con Ace, solo esperaba que este estuviera bien, ya que la idea de huir había sido muy mala.


Las puertas de la habitación se abrieron y Zoro vio entrar a Luffy, a lo que él simplemente sonrió con falsa tranquilidad.


-Jii-san esta preocupado por que no has comido.- comento el pequeño Luffy.


-Eh…- ni siquiera había notado su falta de apetito por que no dejaba de pensar en Ace.


-Ace y yo también estamos preocupados.- dijo mientras bajaba la mirada.


-Como esta Ace?- su voz tembló ligeramente al hacer aquella pregunta, mientras su joven corazón comenzaba a doler.


-Bien, ha estado entrenando muy duro y cada día es mas fuerte.- decía muy emocionado.


-Luffy podrías decirle a Grap-san que me gustaría hablar con él?


El menor asintió al momento que salía corriendo de la habitación en busca de su abuelo.


Mientras tanto en el dojo Ace caía rendido debido al entrenamiento, en verdad su abuelo se había vuelto mucho mas estricto y severo, pero aceptaba gustoso si situación si con ello lograba volver a estar con Zoro.


Luffy llego al dojo y le dijo algo al abuelo, o por lo menos eso le había parecido aunque poco le importo, ahora lo único que deseaba era descansar, así que se levanto y sin importarle su abuelo o Luffy, fue directamente a su habitación, tomaría primero un baño y después si le era posible dormiría por una semana… aunque de antemano sabia que solo podría hacerlo por un par de horas.


La melodía del piano se escucho atreves de sus sueños, sus ojos se abrieron con pesadez, aun adormilado y con la visión borrosa busco de donde provenía aquella melodía, cuando su mirada se poso sobre el piano que aun se encontraba en su habitación, tuvo que tallarse los ojos varias veces ya que no creía lo que estaba viendo.


-Zoro…- debía de seguir soñando o por lo menos eso era lo que creía.


El peliverde le sonrió sin dejar de tocar aquella melodía, sabiendo que esa era la favorita de Ace.


El sonido proveniente del piano paro abruptamente por que Ace con un fuerte abrazo había detenido por completo a Zoro que aun se encontraba sentado en el banquillo. El aun pequeño peliverde tuvo unas inmensas ganas de llorar, al solo recordar lo que había pactado con Grap-san.


“Ayudare a que Ace se vuelva un orgullo para usted y su familia…”


Aquella palabras sonaron tan raras en ese momento ya que con ellas aceptaba el destino que le deparaba al moreno, destino en el cual él no se encontraba…


-Te amo…


La declaración tomo de sorpresa a Zoro al grado que se levanto de su asiento sintiendo que el corazón se le saldría por la garganta.


-No importa lo que suceda…- dijo al momento que se separaba un poco del peliverde quedando a un lado de Zoro.- solo quiero que sepas que…- tomo la mano del peliverde y la poso sobre su pecho, haciendo que este girara un poco quedando así frente a frente.- Tu siempre estarás aquí.


Esta vez fue el pequeño pianista el que dejando de lado todo, abrazo con fuerza el cuerpo del moreno.


La puerta de aquella habitación fue cerrada con seguro, las cortinas fueron corridas y las luces apagadas y así entre penumbras Ace besaba con desespero aquellos labios de los que ya era prácticamente adicto, en aquellos momentos no le importaba el preguntar él como o el por que estaba Zoro ahí, solo deseaba perderse entre un mar de besos y caricias. Zoro correspondía con increíble destreza a cada beso del moreno ya que él también había extrañado por completo la presencia de Ace, aceptaba que lo quería de tal modo que el dolor de la perdida de su familia había sido totalmente opacado en comparación de lo que había sentido al estar lejos de él, aunque ahora sabia que tal vez algún día sus vidas tomarían un camino distinto, no desaprovecharía ni un segundo mientras viviera en la mansión de la familia D… no se separaría de Ace hasta que ya no hubiese alternativa alguna.


Ace condujo aun entre apasionados besos a Zoro hasta la cama, donde ambos se dejaron caer, uno sobre él otro. Con algo de prisa y dificultad Ace retiro la playera que portaba el peliverde, con ello dejando expuesto su torso, el cual era atravesado por una enorme cicatriz; aunque para Zoro esa cicatriz fuese producto de un accidente automovilístico, Ace sabia perfectamente que un vampiro había ocasionado tal herida.


El rubor se apodero del rostro del peliverde al sentir las manos de Ace recorriendo aquella cicatriz que ostentaba su torso al momento que un sutil gemido broto de su boca, provocando que el moreno lo observara fijamente al instante que su corazón comenzó a latir con rapidez, ya que el ver aquella expresión en el rostro de Zoro había terminado por excitarlo robándole la poca razón que tenia en esos momentos.


-Zoro...-murmuro antes de tomar esos labios en un ansioso beso mientras que sus manos se deshacían de la estorbosa ropa de ambos, en el proceso exploraba aquel cuerpo virgen, deleitándose con los deliciosos sonidos que provenían del peliverde. Una de sus manos se poso en la entrepierna de Zoro y comenzó repartir sutiles caricias para lentamente bajar hasta la virgen entrada, así que con mucho cuidado comenzó a palparla con sus dedos sin llegar a entrar, la verdad nunca había hacho algo así pero tenia la suficiente información de lo que tenia que hacer.


-Ace...- fue lo único que pudo decir ya que los gemidos brotaban de él sin control y su cuerpo comenzó a reaccionar de manera singular. No sabia que era lo que Ace le haría, pero lo que fuese estaba bien… todo lo que viniera de Ace estaba bien.


-Zoro... si quieres que me detenga... solo dilo-murmuro a pesar de sus ansias, no quería lastimarle de ninguna manera, así que lentamente introdujo un dedo, mientras que con su mano libre tomaba la excitación del peliverde.


El menor no sabia que hacer o decir, por un lado dolía un poco, pero por el otro el placer era demasiado intenso.


-Se... se… siente extraño...- al fin pudo articular.


-Pronto te acostumbraras…-murmuro en su oído mientras comenzaba a mover su dedo lo más suave y lentamente posible, tratando de no lastimarle cuando introdujo un segundo dedo.


-A... mmm... Ace…- a pesar de la molestia que se sentía en un principio esta comenzó a disiparse al grado de que sus caderas comenzaron a moverse en busca de aquella nueva y excitante sensación que estaba descubriendo.
Ace trago en seco al ver como Zoro comenzaba a mover sus caderas; ya no soportaba más, así que saco sus dedos con un poco de brusquedad y se posiciono entre las piernas del peliverde.


-Voy a entrar.- aviso mientras su miembro comenzaba a adentrarse con lentitud. -E-es tan estrecho...-murmuro mordiendo su labio inferior


-A... Ace...- gemía al sentirlo entrar, aferrándose al cuerpo del moreno, de cierta manera el dolor había sido olvidado y ahora solo deseaba el poder fundirse en cuerpo y alma con su persona espacial.


Al escuchar la voz de Zoro llamándole de aquella manera tan lasciva, era demasiado para él y sin poder aguantar mas comenzó a moverse con rapidez en el interior del menor, al instante que lo besaba con insistencia y necesidad.


Zoro correspondía cada beso del moreno y cuando este se separaba de su boca, gemía ya sin reserva alguna, dejando en claro lo mucho que disfrutaba aquello.


-Ace... m... motto... motto...- deseaba que llegara hasta lo más profundo d él.


Los gemidos no tardaron en aparecer en sus labios también y aquella petición fue como una orden para él, así las embestidas fueron volviéndose mas fuertes y profundas.


-ACE!!- prácticamente lo grito cuando repentinamente todo se volvió blanco para Zoro y se quedo sin aliento, no sabia el por que d su reacción, pero al parecer ni siquiera le importaba en esos momentos, simplemente se aferro mas fuerte al cuerpo de Ace.


-Zoro...- gimió cuando un inesperado orgasmo lo tomo por sorpresa, terminando por derramarse en el interior del peliverde, llenándolo con su semilla.


-Te... te amo.- Dijo Zoro aun con ligeras oleadas de placer recorriendo su joven cuerpo, al sentir como el cuerpo del moreno caía sobre él.


-Yo también te amo.- respondió algo cansado, saliendo del cuerpo de Zoro con un sutil movimiento para así acomodarse a un lado de él. -Yo nunca había hecho algo así... pero ahora... me gustaría estar así siempre contigo...- confeso al momento que sus brazos rodeaban el cuerpo del peliverde.


La única manera que Zoro tenia para responder en aquellos momentos fue un profundo y amoroso beso, por que sabia tan bien como Ace que eso era imposible, así que era mejor el vivir en momento intentando olvidarse por un momento lo que el futuro les deparaba.



CONTINUARA…….

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