23 oct 2010

CAPITULO XII

Ace se revolvió en la cama, no quería levantarse a pesar de que el sol ya alumbraba toda la habitación, así que tanteo a ciegas la cama, en busca del cuerpo del peliverde mas al no encontrarlo se levanto rápidamente y comenzó a buscarlo con la mirada por toda la habitación, percatándose que un ventanal estaba abierto de par en par.

El joven de fuego se alejo de la cama rumbo al ventanal en donde se asomo viendo un enorme balcón donde había una mesa redonda hecha de metal repleta de comida, con cinco sillas en total cuatro alrededor y una mas alejada de la mesa y cerca del barandal. Ahí se encontraba Zoro sentado, bebiendo de una botella de vino y observando el jardín que había mas abajo o por lo menos eso creía Ace.

El espadachín se encontraba pensando en lo que Sei le había comentado al momento de dejarle la comida.

“Solo tendrás una oportunidad para atacar y en tu corazón no debe haber duda o temor, ya que eso puede influir entre la victoria o la derrota.”

Solo una oportunidad…

Claro, eso era más que suficiente para él, pero lo que en verdad le preocupaba era lo que sentía en su corazón y no precisamente por causa de enfrentarse contra aquel demonio, sino por saber que era lo que sentía ahora por Ace pero…

-Ohaiyo!

Al escuchar la voz del moreno un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo del peliverde revolviendo todo ese mar de sentimientos que tenía por dentro pero que con un gran esfuerzo de su fuerza de voluntad logro controlar.

-Ya casi es medio día.- contesto con un tono de voz monocorde al momento que volteaba a verlo.

En ese momento se dio cuenta de que el joven de fuego estaba totalmente desnudo. Un profundo rojo se apodero del rostro del espadachín y al parecer toda esa fuerza de voluntad se había ido a la basura.

-Po... por que… no te vistes…

Ace sonrió con ternura al ver la reacción del espadachín.

-Por que?- hizo un pequeño mohín.- si ayer parecía no molestarte.- agrego meloso.

Ante aquellas palabras la calma regreso a Zoro.

-Arigato… por ayudarme.

-Eh?

-Se que no debió ser nada fácil, por esa razón te estoy sumamente agradecido y en deuda contigo. Tú eres un gran amigo.

“Eres un gran amigo” la frase se repetía una y ora vez dentro de la mente del moreno al momento que su corazón parecía romperse como si de un cristal se tratase. Sus ojos quedaron cubiertos por su cabello y en sus labios apareció una falsa sonrisa.

-No hay nada que agradecer, para eso son los amigos.- y sin mas dio media vuelta y regreso a la habitación.

Un pequeño pero agudo dolor en el pecho comenzó a incomodar al espadachín pero no se retractaría ya que era lo mejor para todos.

Mientras tanto Ace intentaba convencerse a si mismo de que él y Zoro solo eran amigos y eso era lo único que podía haber entre ellos… pero…

MENTIRA!!!

El amaba a Zoro con todo su ser, deseaba protegerlo de todos y de todo, quería volver a tocar aquella bronceada y calurosa piel, perderse en su mirada esmeralda nublada por la pasión, volver a escuchar aquel melodioso pero sin dejar de ser lascivo tono de voz, en verdad moría en deseos por volver a poseerlo y estar por siempre a su lado.

Después de tal explosión de sentimientos Ace regreso a su realidad en donde solo era un amigo mas para el peliverde y que como tal debía actuar.

*** 

El momento había llegado, así que Sei solo esperaba a que Lina-chan llegase con ambos jóvenes. Volvió a observa por ultima vez el lugar que había construido hace ya tanto tiempo atrás, este lugar se convertiría en su tumba.

Era una fortaleza de solida roca que el paso de los años no había podido siquiera el marcarla, tenia el espacio suficiente para la batalla que se aproximaba, solo tenia una entrada y la puerta estaba hecha con una mescla de acero y kairouseki, el interior era reinaba la oscuridad, pero esta era sometida por mas de una docena de antorchas.

El sonido de suaves golpes en la puerta llegó a sus oídos rompiendo el silencio. Por fin la espera había terminado. La puerta se abrió lentamente dando paso a la rubia seguida por sus invitados.

-Sei-sama, aquí están…

-Arigato Lina-chan.- la interrumpió.- solo te pediré un ultimo favor, cuando todo esto termine por favor ayúdalos a salir de la isla.

-Si eso es lo que Sei-sama desea, lo hare .- por muy triste que se sintiese por el destino de su señor, él confiaba plenamente en ella, así que no podía defraudarlo.- Con su permiso.- dijo al momento que hacia una reverencia y salía del lugar.

Una vez solos, Sei con una pequeña reverencia saludo a ambos jóvenes.

-Roronoa-san lamento mucho todo lo que le he obligado a pasar, pero este era en único método que tenia para enfrentar a Adier y salvar a mi pueblo, yo en verdad lo…- sus cabellos comenzaron a clarear al momento que marcas rojas aparecieron en su rostro.

Adier no dejo terminar a su contraparte, quería terminar con todo esto lo mas rápido posible.

Ace miraba sin poder creerlo como el cuerpo de Sei se transformaba y Zoro por fin veía la oportunidad de vengarse, haría pagar a ese demonio tolo lo que le había hecho.

Una escalofriante risa surgió del demonio al momento que se deshacía de la mayor parte de las ropas de Sei ya que para él eran demasiado chicas.

-Te mostrare que nada puede vencerme, matare y devorare a tu última esperanza.

Adier con una impresionante velocidad se abalanzo hacia el espadachín dispuesto a acabar con él de un solo golpe, pero Ace se interpuso bloqueando el ataque e invocado a sus flamas las cuales se levantaron furiosas y cubrieron el cuerpo del demonio. Adier sabía que ese sujeto seria una molestia, a pesar de que su cuerpo se encontraba encendido con un solo movimiento las llamas se apagaron y él se mantenía ileso, primero se encargaría del estorbo. En sus muñecas lucia un par de brazaletes así que se los comenzó a quitar al momento que nuevamente iba al ataque en contra del peliverde, pero como la vez anterior Ace se interpuso ya que este no permitiría que ese maldito volviese a ponerle un dedo encima a Zoro, el se lo había prometido y no rompería su promesa de protegerlo.

Adier proveyendo los movimientos del moreno esquivó fácilmente el contraataque al momento que lograba ponerle los brazaletes al joven de fuego.

-Que demonios?- Ace vio desaparecer sus flamas al igual que sus fuerzas.- kairouseki…

-Acaso creíste que no estaría preparado?

El demonio hizo crecer un poco mas sus garras, pensaba en partir en dos a ese estorbo pero antes de poder hacer algo el ataque por parte de Zoro llego. Abundante sangre broto de la herida al momento que el cuerpo de Adier caía al piso.

Olvidando el cuerpo del demonio Zoro se acerco a Ace para quitarle aquellos brazaletes, estaba en eso cuando el moreno se percato de que Adier se había levantado sin herida alguna, intento advertir al espadachín o recibir el ataque, pero este fue aun mas rápido que los anteriores, era demasiado tarde.

Zoro sintió un fuerte golpe en uno de sus costados, el cual termino lanzándolo directamente hacia la pared.

-Shimatta!- se maldijo a si mismo Ace ya que por los estúpidos brazaletes de kairouseki puro ya ni siquiera podía moverse.

Adier miro con desprecio a ambos jóvenes que no eran rivales dignos para él, el mocoso se había equivocado al elegir al peliverde y poner todas sus esperanzas en él. Con paso lento se acerco a Zoro el cual estaba prácticamente incrustado en la pared.

-Fue mas divertido el tenerte en la cama a que pelear contigo.

Al escuchar esto la sangre de Ace hirvió haciendo estallar todo el odio que tenia dentro de su ser, así que logro moverse y envistió al demonio alejándolo de Zoro.

-Maldito bastardo!- golpeaba una y otra vez a Adier con todas las fuerzas que podía usar.

El demonio lo dejo hacer, ya que esperaba alguna otra acción sorprendente por parte del moreno, pero como esta nunca llego así que con un solo golpe lo mando a volar.

Zoro había logrado desprenderse de la pared. En verdad no había hecho gran cosa en contra del demonio ya que esperaba el momento indicado para verdaderamente poder atacar.

“Adier” el aludido se quedo estático al escuchar aquella voz en su cabeza.

-Que demonios quieres?

“Recuerdas la promesa que me hiciste?”

-Claro, pero nunca debiste de confiar en mi palabra.

“Lo se, pero aun así hare que la cumplas.”

El demonio sintió como gran parte de su poder le era arrebatado, lo cual hizo que sus cabellos volvieran hacer negros y que las marcas de su cuerpo desaparecieran, pero conservando su mirada rubí.

Esa fue la señal que Zoro estaba esperando. Un ataque fue más que suficiente para producir una nueva herida pero que esta vez no sanaría.

-Sei… regrésame mis poderes… o acaso quieres morir en… en este asqueroso lugar…

“Mi nombre no es Sei, yo solo soy un desamparado niño sin nombre. Sei fue el nombre de mi padre y que abandonó a mi madre y a mi, pero yo no dejare que tu me abandones también.”

Adier lo maldijo, necesitaba recuperar sus poderes y regenerar su cuerpo ya que si no lo hacia él moriría como un simple humano.

Mientras que el demonio tenía una batalla interna con su anfitrión, Zoro por fin pudo quitarle los brazaletes a Ace.

-Daijoubu ka?- el espadachín estaba algo preocupado.

-Hai.- contesto al momento que invocaba su fuego, ahora era el momento de acabar con aquel bastardo.

El fin para Adier llego a manos del joven de fuego y ahora ambos jóvenes veían como el cuerpo tanto de Sei como de Adier se volvía cenizas.

Estaban a punto de marcharse cuando…

-Arigato.- se escucho una vocecilla tras ellos.

Ambos voltearon y vieron a un pequeño y semi-transparente de negros cabellos y mirada celeste de no mas de 10 años, lucia un sencillo atuendo blanco.

-Tu eres Sei?- pregunto Zoro a lo que el pequeño negó.

-Ya no lo soy y todo gracias a Roronoa-san. De ahora en adelante seré el guardián de Adier ya que él solo estará esperando a un pobre y desesperado humano que pueda engañar y tomar su cuerpo, pero yo no lo permitiré no volverá a suceder lo mismo que paso conmigo. Sayonara y gomen nasai por las molestias.- al termino de estas palabras el pequeño desapareció.

Cuando salieron de aquel lugar vieron a la pobre doncella hecha un mar de lágrimas, pero cuando esta se dio cuenta de la presencia de ambos jóvenes intento calmarse, así que aun con lágrimas en los ojos se dispuso a cumplir la última orden de su querido señor.

 

 

CONTINUARA…

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