16 oct 2010

CAPITULO IX

Zoro intentaba quitarse por todos los medios a Ace de encima. El dolor, la sangre, el terror de todos esos recuerdos golpeaban su mente una y otra vez, estaba seguro de que esta vez perdería la cordura. Busco con desespero sus katanas, pero el Joven de fuego se las quito y las había lanzado muy lejos de su alcance. Tenia que matarlo antes de que él…

-HANASE!!! TE MARATE, TE LO ASEGURO TE MATARE!!!

Ace solo mantenía al peliverde en la cama, pero cada una de sus palabras aunadas a la intensa mirada esmeralda llena del mas puro odio eran demasiado dolorosas, por esa razón se había detenido en lo que tenia planeado hacer.

En verdad no podía imaginarse lo que ese sujeto le había hecho para que el espadachín terminara de esa forma, lo mantendría así hasta que se calmara ya que era imposible hacer algo con un trastornado Zoro. Además que se estaba comenzando a arrepentir de la decisión que había tomado, pero ya no podía retractarse, por el bien del espadachín no podía hacerlo.

Así que en un intento por calmarlo comenzó a murmurarle tiernas palabras de consuelo, pero el peliverde no lo escuchaba y solo forcejeaba en aquel abrazo con el que Ace lo mantenía prisionero.

 

***

 

Como todos los días Sei realizaba una inspección por su isla y su pueblo siempre estaba contento de verlo, pero hoy era distinto, ahora veía la preocupación grabada en sus rostros, pero no daría marcha atrás.

Les había dedicado demasiado tiempo, generación tras generación él había visto nacer, crecer e incluso morir, los había cuidado a cada uno con tanto esmero, siempre manteniendo el orden en la isla, velando por su seguridad, matando a cientos de piratas y marines, a cualquier extraño que osara el perturbar la tranquilidad de su isla y habitantes, pero ya estaba cansado y conforme el tiempo pasaba le estaba costando mas trabajo el mantener bajo control a Adier.

El día menos pensado este se liberaría arrasando con toda su gente, los devoraría a todos, hombres, mujeres y niños por igual y eso no estaba dispuesto a permitirlo.

Apenas y recordaba como fue que termino con aquel demonio dentro de su cuerpo…

 

+++

 

El espadachín suspiro pesadamente, sus fuerzas y ganas de matar fueron dejadas de lado, ahora con la mente mas clara se había dado cuenta de que Ace no le había hecho absolutamente nada y solo se había mantenido abrazándolo, con ello había evitado que se alejara de él e intentase matarlo.

-Doushite?- pregunto en un murmullo el peliverde.

-Por que no quiero que acumules mas malos recuerdos, suficiente tienes con lo que te sucedió como para que yo te lastime mas. Gomen…- sin pensarlo estrecho un poco mas su abrazo ya que en verdad lo sentía.

-Quien debe disculparse soy yo… solo te he causado preocupaciones y problemas con todos.

-Vamos eso no es nada, somos amigos y eso y mas pasaría por ti, ahora me necesitas y yo te ayudare… claro, si tu quieres…

Zoro lo pensó detenidamente, aun tenia tantas cosas que hacer, tantas promesas que cumplir, él tenia que convertirse en el mejor espadachín del mundo y convertir a Luffy en el rey de los piratas, si superaba esto tenia tanto que ganar y esto solo era una barrera mas que se interponía en su camino para alcanzar sus sueños.

-Que tengo que hacer?

Ace solo sonrió ante la respuesta ya que nuevamente volvía a escuchar la seguridad en aquellas palabras… la seguridad de que saldría vencedor. Así que lo soltó y ahora viéndolo frente a frente solo mostro una seria expresión.

-Pase lo que pase no cierres los ojos, si quieres que me detenga solo dilo y recuerda que yo no te hare daño entendido.

-Hai..

Así que el espadachín solo suspiro tomando toda la fuerza de voluntad que tenia para mantener la calma y soportar lo que se avecinaba.

Ace sabía que tenía que ser en gran medida suave con el peliverde, así que comenzó por su rostro, dulces besos fueron depositados en sus mejillas, frente y labios que lentamente fueron bajando hasta llegar a su cuello.

-Puedo continuar?- pregunto en un murmullo, a lo que el espadachín solo asintió.

Las manos del moreno comenzaron a recorrer su torso, sobre la ropa, por un instante Zoro cerró sus ojos ya que la vergüenza se comenzaba a hacer presente por que las sensaciones que comenzaba a experimentar eran demasiado nuevas para el y no sabia como reaccionar, lo mas sorprendente fue que ni el dolor, la impotencia, ni siquiera el pánico se presentaron. Solo sentía el acelerado latido de su corazón y como el ambiente se comenzaba a tornar caluroso. Abrió los ojos topándose con el rostro del joven de fuego que tenia una expresión de desconcierto.

Ace trago en seco al ver el rostro sonrojado del peliverde que casi rayaba en lo sublime, sentía que en cualquier momento el corazón se le saldría del pecho, sacudió la cabeza en un intento de mantener la razón, así que regreso a su labor e hizo que Zoro se sentara para poder retirar su playera y haramaki, una vez hecho esto volvió a recostarlo y reanudo la exploración de aquel bronceado cuerpo.

Zoro no entendía el por que su cuerpo parecía arder en llamas con cada caricia recibida, sin poder evitarlo un pequeño gemido broto de sus labios al sentir como la cicatriz que ostentaba su pecho era delineada por la lengua del moreno. Al escuchar eso a Ace le parecía que parte de su razón se desvanecía en el éter, ya que planto un pasional beso al momento que sus manos ahora parecían querer memorizar cada centímetro de aquella piel dorada por el sol.

Se sentía tan bien… demasiado bien… tanto que no se dio cuenta en el momento que comenzó a corresponder cada beso y cada caricia que Ace le daba con la misma intensidad y desespero… con la misma pasión.

Ace acerco sus labios a oído del espadachín y murmuro unas palabras tan bajo que Zoro apenas y las escucho, pero la pasión era tanta y tan insaciable que pareció no entenderlas.

Las pocas prendas que aun quedaban es sus cuerpos fueron retiradas esta vez con desespero, que apenas y lograron salvarse de volverse solo trapos maltrechos.

Ace miraba en todo su esplendor el cuerpo del peliverde, su razón se había ido ya muy lejos… lo mismo le sucedía a Zoro, por primera vez dejo de lado todos sus rígidos principios que el mismo se había auto impuesto y se dejo llevar por lo que en esos momentos inundaba su corazón, así que al ver que el moreno no daba indicios de continuar, simplemente se aferro a él exigiendo otro beso que lo saco de su estupor y el cual fue concedió.

El joven de fuego comenzó a preparar al peliverde para lo que su cuerpo ya le estaba exigiendo… lo haría suyo…

Un leve dolor recorrió el cuerpo del espadachín, que no queriendo recordar los malos momentos solo centro su mirada en el moreno, pronto el dolor desapareció quedando solo el placer, pero pronto esto ya no fue suficiente para ninguno de los dos, así que Ace se preparo a entrar al cuerpo del que ahora era su amante.

s="MsoNormal">Lentamente e intentando causar el menor daño posible Ace fue entrando en Zoro y este debido a la invasión un par de lagrimas brotaron de sus ojos esmeralda, al percatarse de esto el moreno las hizo desaparecer con besos y el dulce vaivén comenzó.

Esa habitación se lleno de tiernas palabras mientras que los gemidos y jadeos comenzaban a cobrar fuerza al igual que las envestidas. Hasta que llego el momento en donde el mundo se difumino y solo quedaron ellos que se habían vuelto un solo ser.

Disfrutaron hasta el último instante el de su unión no solo de sus cuerpos sino también de sus almas, pero el inevitable instante de la separación llego, así que con el mismo cuidado Ace salió de su amante, el cual atrajo en un protector abrazo.

Se sentía tan tranquilo y protegido que casi inmediatamente Zoro se quedo dormido entre aquellos calurosos brazos, olvidando por completo las pesadillas que noche tras noche lo atormentaban.

Ace no deseaba dormir, quería seguir disfrutando de este hermoso momento que había creado, no quería dormir, para mañana despertar a la cruda realidad, no quería tener que aparentar que nada había pasado… no quería seguir adelante con su vida… no quería perderlo… pero para su desgracia Morfeo salió vencedor.

 

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LEMON POR MARA-SAN   ^////^

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El espadachín suspiro pesadamente, sus fuerzas y ganas de matar fueron dejadas de lado, ahora con la mente mas clara se había dado cuenta de que Ace no le había hecho absolutamente nada y solo se había mantenido abrazándolo, con ello había evitado que se alejara de él e intentase matarlo.

-Doushite?- pregunto en un murmullo el peliverde.

-Por que no quiero que acumules mas malos recuerdos, suficiente tienes con lo que te sucedió como para que yo te lastime mas. Gomen…- sin pensarlo estrecho un poco mas su abrazo ya que en verdad lo sentía.

-Quien debe disculparse soy yo… solo te he causado preocupaciones y problemas con todos.

-Vamos eso no es nada, somos amigos y eso y mas pasaría por ti, ahora me necesitas y yo te ayudare… claro, si tu quieres…

Zoro lo pensó detenidamente, aun tenia tantas cosas que hacer, tantas promesas que cumplir, él tenia que convertirse en el mejor espadachín del mundo y convertir a Luffy en el rey de los piratas, si superaba esto tenia tanto que ganar y esto solo era una barrera mas que se interponía en su camino para alcanzar sus sueños.

-Que tengo que hacer?

Ace solo sonrió ante la respuesta ya que nuevamente volvía a escuchar la seguridad en aquellas palabras… la seguridad de que saldría vencedor. Así que lo soltó y ahora viéndolo frente a frente solo mostro una seria expresión.

-Pase lo que pase no cierres los ojos, si quieres que me detenga solo dilo y recuerda que yo no te hare daño entendido.

-Hai..

Así que el espadachín solo suspiro tomando toda la fuerza de voluntad que tenía para mantener la calma y soportar lo que se avecinaba, sabía que sería demasiado, o al menos eso era lo que su mente no paraba de repetirle.

Ace era consciente que tenía que ser en gran medida suave con el peliverde, así que comenzó por su rostro, depositando dulces besos en las mejillas del espadachín, en su frente y en sus labios, bajando  lentamente hasta llegar a su cuello.

-Puedo continuar?- pregunto en un murmullo, a lo que el espadachín solo asintió.

Las manos del moreno comenzaron a recorrer su torso, acariciando de manera lenta cada uno de los firmes músculos del guerrero, andando por sobre la ropa, yendo lo más despacio que la situación se lo permitía. Lo que menos quería era lastimar al peliverde, ni física ni emocionalmente, ya había sufrido demasiado y necesitaba saber que se podía disfrutar, que podía sentir y dejarse llevar por el placer; Ace sabía que el espadachín necesitaba sentir que hacer el amor era maravilloso… aunque en realidad no se estuviera entregando a él por amor.

Por un instante Zoro cerró sus ojos, no porque le doliera o porque le estuvieran lastimando, sino porque la vergüenza se comenzaba a hacer presente en él por que las sensaciones que comenzaba a experimentar eran demasiado nuevas para el y no sabia como reaccionar. Era una situación  diferente,  demasiado diferente a lo que le había hecho Sei, no sentía el dolor, ni la impotencia, ni siquiera el pánico que creyó que sentiría si otro hombre lo tocaba, solo sentía el acelerado latido de su corazón, su respiración ligeramente entrecortada y unos traicioneros nervios acumulándose en su vientre mientras su excitación se hacía bastante notoria en su pantalón. El ambiente se comenzaba a tornar caluroso y abrió los ojos al notar que las caricias del pecoso había cesado, trago saliva mientras paseaba la vista dudoso de lo que pudiera encontrar en los ojos del joven de fuego, tal vez arrepintiéndose de lo que estaba haciendo pero lejos de lo que espero encontrar, este tenía una expresión de desconcierto que no fue capaz de descifrar.

Ace trago en seco al ver el rostro sonrojado del peliverde que casi rayaba en lo sublime, sentía que en cualquier momento el corazón se le saldría del pecho. Aun no había comenzado a complacerlo en realidad y parecía que el simple roce de sus manos le estaba llevando al éxtasis. Sacudió la cabeza en un intento de mantener la razón, así que regreso a su labor, haciendo que Zoro se sentara para poder retirar su playera y haramaki con sumo cuidado y delicadeza, temiendo aun que se arrepintiera o asustara por ese hecho, una vez terminado esto volvió a recostarlo y reanudo la exploración de aquel bronceado cuerpo, primero con las manos para no asustarlo, y luego, bajando lentamente el rostro hasta los duros botones que parecían llamarlo a que les atendiera.

Zoro no entendía el por que su cuerpo parecía arder en llamas con cada caricia recibida, ya no era capaz de controlar su propia respiración y tenía un puño en la boca tratando de ahogar los sonidos que amenazaban con escapar, pero sin poder evitarlo un pequeño gemido broto de sus labios al sentir como la cicatriz que ostentaba su pecho era delineada por la lengua del moreno.

Al escuchar eso a Ace le parecía que parte de su razón se desvanecía en el éter, ya que se incorporo de un movimiento y  planto un pasional beso al momento que sus manos ahora parecían querer memorizar cada centímetro de aquella piel dorada por el sol.

El espadachín se sentía tan bien… demasiado bien… tanto que no se dio cuenta en el momento que comenzó a corresponder cada beso y cada caricia que Ace le daba con la misma intensidad y desespero… con la misma pasión, separando las piernas y atrayéndolo a su cuerpo para que notara la casi dolorosa excitación que le estaba provocando.

Ace  se mordió los labios mientras hacia un esfuerzo descomunal por separarse de aquellos besos, sentir que Zoro estaba tan ansioso como él lo hacía casi perder el control de sus acciones, acerco sus labios al oído del espadachín y murmuro unas palabras tan bajo que Zoro apenas y las escucho, pero la pasión era tanta y tan insaciable que pareció no entenderlas.

Las pocas prendas que aun quedaban es sus cuerpos fueron retiradas esta vez con desespero, que apenas y lograron salvarse de volverse solo trapos maltrechos.

Ace miraba en todo su esplendor el excitado cuerpo del peliverde, su razón se había ido ya muy lejos… lo mismo le sucedía a Zoro que por primera vez dejo de lado todos sus rígidos principios que el mismo se había auto impuesto y se dejo llevar por lo que en esos momentos inundaba su corazón, así que al ver que el moreno no daba indicios de continuar, simplemente se aferro a él exigiendo otro beso que lo saco de su estupor y el cual fue concedido.

El joven de fuego  beso tiernamente a Zoro, mientras sus manos acariciaban su espalda de manera ansiosa y su cuerpo casi se convulsionaba por la excitación que el roce entre sus virilidades le había provocado, sentir la hombría del espadachín pegada a la suya estaba siendo demasiado tortuoso, pero no se atrevía a comenzar sin haberle dado un poco de placer primero, así que movido por la emoción y la ternura que el peliverde le provocaba, movió lentamente una de sus manos hasta la firme masculinidad de este, y la envolvió con suavidad sintiendo el gemido ahogarse entre sus labios. Comenzó a acariciar toda la extensión de aquel duro miembro sintiendo el cálido líquido que emanaba de la punta, dándose cuenta del esfuerzo que Zoro aun estaba haciendo por dejarse ir . Suspiro y dejo aquella tarea por un instante, tonando la tensión en el cuerpo de su compañero, se reclino con suavidad besando su cuello y su oído izquierdo, jugueteando con los pendientes que colgaban de él mientras de manera lenta recorría su mano derecha por la cadera del más joven, acariciando su firme trasero y abriéndose paso para comenzar  a prepararlo para lo que su cuerpo ya le estaba exigiendo… lo haría suyo… pero quería ser suave con él, mantenerlo distraído del dolor y los malos recuerdos, lentamente introdujo uno de sus dedos en el peliverde, percatándose de cómo se arqueaba incomodo y se mordió los labios nervioso para luego darle un dulce beso e invitarlo a jugar con su lengua.

Un leve dolor recorrió el cuerpo del espadachín, que no queriendo recordar los malos momentos solo centro su mirada en el moreno, quien le beso con profundidad y ternura, haciéndolo olvidarse en ese momento de todo por lo que había pasado; pronto el dolor desapareció quedando solo el placer que la danza de aquellos dedos provocaban en su interior, pero pronto esto ya no fue suficiente para ninguno de los dos, así que Ace se preparo a entrar al cuerpo del que ahora era su amante.

Saco sus dedos del interior del espadachín y lentamente, e intentando causar el menor daño posible, fue entrando en Zoro, tan lento y suave como su desespero y ansias le permitían, no quería hacerle sufrir, no quería que recordara aquella experiencia con desagrado, necesitaba que se sintiera seguro con él, lo necesitaba desesperadamente.

Debido a la invasión un par de lagrimas brotaron de sus ojos esmeralda del guerrero, apretó los labios con fuerza tratando de pensar en algo que no fuera el dolor y el terrible recuerdo de su primera vez, y tal como Ace se lo había pedido, a pesar del miedo y de que su vista se había tornado nublada por las lagrimas, mantenía los ojos abiertos, observando el rostro del pecoso.

Ace al percatarse de las lágrimas en el espadachín, inclino el rostro hacia él y las hizo desaparecer con pequeños besos, lamiéndolas y con la mayor suavidad que le fue posible hasta que finalmente estuvo completamente dentro de su amante; le sonrió con ternura y mirándolo a los ojos comenzó el  dulce vaivén.

Esa habitación se lleno de tiernas palabras mientras que los gemidos y jadeos comenzaban a cobrar fuerza, al igual que las embestidas. Hasta que llego el momento en donde el mundo se difumino y solo quedaron ellos que se habían vuelto un solo ser en medio de la cima del éxtasis.

Disfrutaron hasta el último instante el de la unión, no solo de sus cuerpos sino también de sus almas, mientras sus respiraciones se regularizaban y sus corazones recuperaban el ritmo normal de sus latidos. Fue entonces cuando  el inevitable instante de la separación llego, así que con el mismo cuidado con el que entro, Ace salió de su amante para recostarse a un costado de él y atraerlo hacia su pecho en un protector abrazo.

Zoro suspiro y se dejo llevar por las firmes manos del pecoso, recostándose sobre su pecho con suavidad, lejos de lo que creyó, aquella había sido una experiencia maravillosa, y por alguna razón se sentía sumamente tranquilo y protegido que casi inmediatamente se quedo dormido entre aquellos calurosos brazos.

Ace no deseaba dormir, quería seguir disfrutando de ese hermoso momento que habían creado. No quería dormir, para despertar al día siguiente a la cruda realidad. No quería tener que aparentar que nada había pasado… no quería segur a delante con su vida… no quería perderlo… así que lo abrazo con fuerza inhalando el varonil aroma que emanaba de los cortos cabellos verdes. Pero para su desgracia Morfeo salió vencedor.

 

:::::::::::::::::

CONTINUARA.

 

Este cap. esta dividido en 2 partes, la primera es el cap. tal y como lo había escrito yo en un principio (con demasiada censura y extremadamente romántico) y la segunda es en si el lemon prácticamente hecho con la enorme ayuda de Mara-san

DOMO ARIGATOU MARA-SAN!!!!

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